Homenaje en la arena. El artista indio, Sudarsan Pattnaik, da los toques finales a una escultura de arena de la ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto un día después de su asesinato. La muerte de la líder política opositora generó protestas contra el crimen y muestras de apoyo a su obra y a su legado político. Bhutto vivió años exiliada en Reino Unido hasta que el gobierno de Pervez Musharraf le permitió regresar a su país hace dos meses y presentar su candidatura a la jefatura de Gobierno. Fue la primera mujer musulmana en convertirse en gobernante de una nación de mayoría islámica. (AFP)
"Honrar la memoria de Benazir Bhutto continuando con el proceso democrático por el que ella ofreció valientemente su vida".
LA historia
Pérdida de aliada limita a EEUU
Washington.- Las opciones de EEUU son limitadas tras el asesinato de Benazir Bhutto, ya que contaban con ella para darle nueva legitimidad al presidente Pervez Musharraf, con quien siguen contando en la "guerra contra el terrorismo" en Pakistán.
La administración de George W. Bush, que llamaba a un acuerdo entre Bhutto y Musharraf para darle legitimidad al régimen paquistaní, reiteró su confianza en el Presidente como socio en su "guerra contra el terrorismo" en Pakistán, vecino de Afganistán, dijo AFP.
A pesar de que las relaciones entre Washington e Islamabad se enfriaron tras el estado de emergencia decretado por Musharraf, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, llamó a Amin Fahim, segundo de Bhutto al frente del PPP, para reiterarle su apoyo en las elecciones del 8 de enero.LA cifra
25 años tenía Benazir Bhutto cuando asumió el liderazgo del Partido Popular de Pakistán tras la muerte de su padre en 1979.La Noticia
Violencia desbordada en nación asiática
Karachi, Pakistán.- El atentado que costó la vida de la ex primera ministra y líder de la oposición paquistaní, Benazir Bhutto, y a otras 20 personas provocó una ola de violencia en varios puntos del país que se saldó al menos con la muerte de 33 ciudadanos, según el último balance oficial.
Un total de 24 personas fallecieron en Sind, sur del país, tierra natal de Bhutto, en los enfrentamientos que siguieron a la noticia de su muerte, en un atentado suicida a las afueras de Islamabad, según responsables locales, acotó AFP.
Además, seis personas fueron quemadas vivas cuando una multitud encolerizada prendió fuego a una fábrica en Karachi, capital de la provincia, informó la policía. No se sabe hasta ahora si estas seis víctimas están incluidas en los 33 fallecidos, según fuentes oficiales.
Las fuerzas paramilitares que ayudan a la policía recibieron la orden de disparar contra los artífices de estos disturbios. En total, unos 16.000 hombres fueron desplegados en la región, 10.000 de ellos únicamente en Karachi.
"La situación está bajo control", aseguró el responsable de la policía, Muneer Ahmed Khoro.
Además, el llamamiento a la huelga lanzado por la oposición transformó esta metrópolis de 12 millones de personas, habitualmente ruidosa, en una ciudad casi fantasma en la que la mayoría de habitantes prefirió encerrarse en sus casas.
Otras ocho personas fallecieron al explotar una bomba al noroeste del país, entre ellos un miembro del partido del presidente Musharraf, según la policía.
El artefacto, activado a distancia, explotó cuando este hombre abandonaba un mitin electoral a las afueras de la ciudad de Mingora.
Por otra parte, en la provincia de Punjab, al centro del país, una persona murió en los enfrentamientos.
Numerosos vehículos, edificios oficiales y otros símbolos del gobierno de Musharraf, al que la oposición considera responsable de la muerte de Bhutto, acabaron calcinados. Junto a ellos ardieron bancos, restaurantes y centros comerciales en todo el país de 160 millones de personas.
En Rawalpindi, ciudad vecina de Islamabad, donde falleció Bhutto el jueves pasado, la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que se dirigían hacia la oficina del ex ministro Sheikh Rashid, un aliado de Musharraf.
La situación en otros puntos de Pakistán permanecía relativamente tranquila pero en todas las grandes ciudades se respiraba una gran tensión.
El Gobierno no aceptó las acusaciones de la oposición que lo vinculan directa o indirectamente con la muerte de Bhutto y consideró que la red terrorista Al Qaida está detrás del atentado.
Esta ola de violencia se produce a dos semanas de las elecciones legislativas y provinciales en Pakistán, en las que Bhutto confiaba en derrotar a los adeptos de Musharraf.