jueves, 27 de diciembre de 2007
La agitada vida de la "Hija del Este"
LAHORE, Paquistán.- La ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto fue la primera mujer en regir los destinos de un Estado islámico, al que a mediados de octubre regresó en medio de un baño de sangre que le costó la vida a 136 personas. En 1988, con sólo 35 años, Benazir se convirtió en jefa de gobierno de Paquistán, al heredar el cargo que había ocupado su padre, Zulfikar Ali Bhutto, primer ministro en la década de 1970, apartado del poder y ejecutado por el dictador Zia ul-Haq. Atractiva, Benazir encabezó dos gobiernos (1988-90 y 1993-96) pero no logró completar ninguno de sus mandatos, acosada por acusaciones de corrupción, de las que escapó optando por el exilio a principios de 1999. Lejos de calmar las aguas políticas en Paquistán, el regreso de Bhutto sólo consiguió agravar la gran incertidumbre que aqueja al país, inmerso en una crisis que cruzó las fronteras. La "Hija del Este", como le gustaba que la llamen, nació en Karachi en 1953 y estudió en Harvard y Oxford. Regresó al país a los 24 años, sólo para ver a su padre derrocado en pocos meses y ahorcado dos años después. Sufrió, entonces, largos períodos de prisión y arresto domiciliario, hasta que, en 1984, partió al exilio en Londres, de donde regresó dos años después para recibir una apoteósica bienvenida de un millón de personas. Casada con Asif Zardari y madre de tres hijos, fue catapultada al poder tras la celebración de elecciones en 1988. Bhutto, "niña mimada" de Washington cuando era primera ministra, de 1988 a 1990 y más tarde de 1993 a 1996, siempre se ha presentado como un escudo contra los extremistas islámicos. Sin embargo, en 1990, el presidente Ishaq Khan la destituyó tras acusarla de abuso de poder, nepotismo y corrupción. Volvió al poder en octubre de 1993, pero en tres años fue de nuevo derrocada por supuesta corrupción y mala gestión económica. Bhutto optó por abandonar Paquistán en 1999 y hace poco más de dos meses, ocho años después, decidió regresar tras garantizarse una amnistía del presidente Pervez Musharraf, quien ordenó el cierre de todas las causas abiertas contra ella. Pese a repudiar la dictadura de Musharraf durante estos años, Bhutto había terminado negociando con él durante las últimas semanas. Su reparto de poderes con el actual mandatario defraudó a muchos en Paquistán, que concibieron como una traición que haya pactado con los militares que acabaron con el gobierno y la vida de su padre.