lunes, 31 de diciembre de 2007
El hijo y el marido de Bhutto liderarán el partido
NAUDERO (Pakistán) (Reuters) - El hijo de 19 años de la difunta líder de la oposición paquistaní, Benazir Bhutto, Bilawal, fue designado el domingo presidente del Partido del Pueblo de Pakistán junto con su padre, dijeron responsables del partido.
'Se ha decidido que Bilawal sea el presidente y el señor (Asif Ali) Zardari sea el copresidente', dijo uno de los responsables del partido en la localidad de Naudero, en el sur del país, donde la dirección de la formación estaba reunida.
Asif Ali Zardari era el esposo de Bhutto.
Por una abrumadora mayoría, el partido también se declaró a favor de participar en las elecciones generales del 8 de enero, pero aún debía alcanzar una decisión formal sobre el tema, dijeron los responsables de la formación, que no quisieron ser identificados.
La ex primera ministra fue asesinada el jueves en un atentado al final de un mitin político en la ciudad de Rawalpindi.
El PPP aún debe nombrar un comité para instar a las Naciones Unidas a que demande al Gobierno paquistaní la realización de una investigación independiente sobre el asesinato de Bhutto, dijo uno de los responsables.*.
'Se ha decidido que Bilawal sea el presidente y el señor (Asif Ali) Zardari sea el copresidente', dijo uno de los responsables del partido en la localidad de Naudero, en el sur del país, donde la dirección de la formación estaba reunida.
Asif Ali Zardari era el esposo de Bhutto.
Por una abrumadora mayoría, el partido también se declaró a favor de participar en las elecciones generales del 8 de enero, pero aún debía alcanzar una decisión formal sobre el tema, dijeron los responsables de la formación, que no quisieron ser identificados.
La ex primera ministra fue asesinada el jueves en un atentado al final de un mitin político en la ciudad de Rawalpindi.
El PPP aún debe nombrar un comité para instar a las Naciones Unidas a que demande al Gobierno paquistaní la realización de una investigación independiente sobre el asesinato de Bhutto, dijo uno de los responsables.*.
El partido de Bhutto no quiere que se retrasen las elecciones
Harán lo posible para que se celebren el día 8 de enero.
La Comisión Electoral se reunira el lunes para decidirlo.
Podrían ser aplazadas unos tres o cuatro meses.
Un senador del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), Safdar Abbasi, ha realizado un llamamiento para que no se aplacen las elecciones legislativas previstas para el 8 de enero a pesar del asesinato el pasado jueves de la líder del PPP, Benazir Bhutto.
Queremos las elecciones el 8 de enero y no permitiremos al Gobierno que huya de las elecciones
"Queremos las elecciones el 8 de enero y no permitiremos al Gobierno que huya de las elecciones. Cualquier intento de posponer las elecciones no será aceptado", declaró Abbasi.
Hoy mismo el secretario de Información del partido gobernante pro Musharraf, la Liga Musulmana de Pakistán-Q (PLM-Q), Tariq Azim, insinuó que las elecciones podrían ser aplazadas unas semanas o incluso hasta tres o cuatro meses.
En declaraciones a Associated Press, Azim consideró que de celebrarse ahora los comicios, éstos perderían credibilidad al estar de luto el Partido Popular de Pakistán (PPP) por el asesinato de su líder.
La Comisión Electoral tiene previsto reunirse el lunes con carácter de urgencia para decidir su posición ante la celebración de elecciones apenas 15 días después del asesinato de Bhutto.
En ese sentido, también el Gobierno paquistaní celebrará mañana lunes una nueva reunión para abordar la situación que vive el país, el posible aplazamiento de las elecciones y los disturbios que sacuden Pakistán desde el asesinato de Bhutto.La normalidad vuelve a Pakistán
El ministro interino de Información, el senador Nisar Memon, explicó en declaraciones a la televisión ARY One World recogidas por la agencia APP que el ministro del Interior, Hamid Nawaz, informará al gabinete de la situación de seguridad en el país. Sin embargo, Memon ya adelantó que la situación es casi normal y que se están reanudando las rutinas diarias.
Memon explicó que se ha puesto en contacto con las autoridades provinciales, quienes le habrían mostrado su satisfacción por la mejoría en la situación.
El primer ministro interino, Muhammadmian Soomro, habría iniciado, por su parte, una ronda de contactos con los partidos políticos, en especial con el PPP de Bhutto, para sondear la posibilidad de que las elecciones se celebren tal como estaba previsto. También esperarán a la decisión de la Comisión Electoral para hacer pública su postura sobre la celebración de los comicios.
El ministro de Información aseguró que los tres días de luto decretados por el presidente del país, Pervez Musharraf, tras conocerse la muerte de Bhutto se desarrollaron según lo previsto a pesar de que la gente sigue en un estado de conmoción y dolor.
El hijo y el viudo de Bhutto, elegidos para liderar su partido
NAUDERO, Pakistán (Reuters) - El partido de Benazir Bhutto designó el domingo al hijo y al viudo de la difunta líder opositora como líderes de la formación, que anunció que tomaría parte en las elecciones del 8 de enero, como hubiera querido Bhutto.
Sin embargo, un destacado cargo del partido al que apoya el presidente Pervez Musharraf dijo que era probable que los comicios se retrasasen hasta ocho semanas.
El asesinato de Bhutto el jueves ha desatado la violencia y puesto en duda el proceso electoral, profundizando una crisis en este importante aliado estadounidense contra el terrorismo, que intenta salir de una administración militar.
Bilawal, estudiante de Derecho en Oxford, es el hijo de 19 años de Bhutto y estará al frente del partido, que estará presidido también por su padre, Asif Ali Zardari.
Zardari dijo que el partido participaría en las elecciones, como su esposa hubiera querido.
'Pese a esta peligrosa situación, iremos a las elecciones, según su voluntad y pensamiento', dijo Zardari en rueda de prensa en la casa de los Bhutto en Naudero, en el sur del país, tras una reunión del partido.
Bilawal, presentado hoy como Bilawal Bhutto Zardari, dijo que la larga lucha de su partido por la democracia continuaría con renovado vigor: 'Mi madre siempre dijo que la democracia es la mejor venganza'.
Anteriormente, el responsable del partido que gobernó el país hasta la designación de un Ejecutivo interino el mes pasado, y al que apoya Musharraf, dijo que era bastante probable que los comicios fueran pospuestos hasta que se aplacasen los altercados surgidos a raíz de la muerte de Bhutto, que han dejado hasta ahora 47 muertos.
Bhutto se perfilaba como vencedora por tercera vez en los comicios, aunque los analistas esperaban un reparto de poder entre ella, el partido del otro ex primer ministro, Nawaz Sharif, y la formación a la que apoya Musharraf.
El partido puede esperar contar con el voto de simpatía por la muerte de Bhutto, pese a que Bilawal volverá a la universidad y al hecho de que a Zardari, como a Bhutto, le salpicaron en el pasado acusaciones de corrupción.
Pero la elección del hijo y el viudo de Bhutto sorprendió a algunos paquistaníes.
'No creo que Zardari sea lo suficientemente capaz para manejar el partido. Bilawal es demasiado joven, el padre no está capacitado. Debería haber sido designado algún otro', dijo Feruz Menon, de 37 años, que tiene un negocio de electrónica en Lahore.
La ira contra Musharraf estaba muy presente entre los seguidores de Bhutto y desde su muerte han surgido violentos episodios que han puesto en duda la estabilidad de este país con capacidad nuclear.
El Partido del Pueblo de Pakistán al que pertenecía la difunta política ha rechazado la atribución que el Gobierno ha hecho a Al Qaeda del atentado del jueves, y ha alegado que la Administración de Musharraf intenta enmascarar el hecho de que no la protegió.
/Por Faisal Aziz/
Sin embargo, un destacado cargo del partido al que apoya el presidente Pervez Musharraf dijo que era probable que los comicios se retrasasen hasta ocho semanas.
El asesinato de Bhutto el jueves ha desatado la violencia y puesto en duda el proceso electoral, profundizando una crisis en este importante aliado estadounidense contra el terrorismo, que intenta salir de una administración militar.
Bilawal, estudiante de Derecho en Oxford, es el hijo de 19 años de Bhutto y estará al frente del partido, que estará presidido también por su padre, Asif Ali Zardari.
Zardari dijo que el partido participaría en las elecciones, como su esposa hubiera querido.
'Pese a esta peligrosa situación, iremos a las elecciones, según su voluntad y pensamiento', dijo Zardari en rueda de prensa en la casa de los Bhutto en Naudero, en el sur del país, tras una reunión del partido.
Bilawal, presentado hoy como Bilawal Bhutto Zardari, dijo que la larga lucha de su partido por la democracia continuaría con renovado vigor: 'Mi madre siempre dijo que la democracia es la mejor venganza'.
Anteriormente, el responsable del partido que gobernó el país hasta la designación de un Ejecutivo interino el mes pasado, y al que apoya Musharraf, dijo que era bastante probable que los comicios fueran pospuestos hasta que se aplacasen los altercados surgidos a raíz de la muerte de Bhutto, que han dejado hasta ahora 47 muertos.
Bhutto se perfilaba como vencedora por tercera vez en los comicios, aunque los analistas esperaban un reparto de poder entre ella, el partido del otro ex primer ministro, Nawaz Sharif, y la formación a la que apoya Musharraf.
El partido puede esperar contar con el voto de simpatía por la muerte de Bhutto, pese a que Bilawal volverá a la universidad y al hecho de que a Zardari, como a Bhutto, le salpicaron en el pasado acusaciones de corrupción.
Pero la elección del hijo y el viudo de Bhutto sorprendió a algunos paquistaníes.
'No creo que Zardari sea lo suficientemente capaz para manejar el partido. Bilawal es demasiado joven, el padre no está capacitado. Debería haber sido designado algún otro', dijo Feruz Menon, de 37 años, que tiene un negocio de electrónica en Lahore.
La ira contra Musharraf estaba muy presente entre los seguidores de Bhutto y desde su muerte han surgido violentos episodios que han puesto en duda la estabilidad de este país con capacidad nuclear.
El Partido del Pueblo de Pakistán al que pertenecía la difunta política ha rechazado la atribución que el Gobierno ha hecho a Al Qaeda del atentado del jueves, y ha alegado que la Administración de Musharraf intenta enmascarar el hecho de que no la protegió.
/Por Faisal Aziz/
viernes, 28 de diciembre de 2007
Pakistán atribuye a Al Qaida el asesinato de Benazir Bhutto
Cientos de miles de paquistaníes despiden a la líder del PPP en sus honras fúnebres con acusaciones contra el presidente Musharraf .
Asif Ali Zardari y los tres hijos del matrimonio, Bilawal, de 19 años, Bakhtawar, 17, y Aseefa, 14, juntaron sus manos y rezaron por el eterno descanso de su esposa y madre, Benazir. Fueron instantes, milésimas de segundo de silencio en un funeral que significó el último gran mitin de la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP). Todo se asemejaba a su regreso del largo exilio hace dos meses a Karachi, pero esta vez era un adiós para siempre. Se repetían el gentío, las banderas tricolores del partido y los gritos contra el gobierno, pero en esta ocasión era una ambulancia blanca -no un autobús blindado- la que se abría paso entre una muchedumbre que desafío la alerta de posibles atentados para decir a adiós a su líder.El cortejo fúnebre apenas tuvo que recorrer siete kilómetros, siete kilómetros plagados de seguidores que aunque deseaban tocar el vehículo que transportaba los restos mortales. Envuelta con los colores rojo, verde y negro del PPP, el féretro recibió sepultura en el mausoleo que la familia tiene en el pueblecito de Garhi Khuda Bakhsh, próximo al lugar de donde vienen los Bhutto, que es el distrito de Larkana. Gestos de dolor y un solo grito, sordo y acusador dirigido contra el Presidente Pervez Musharraf y George Bush. «¿Vergüenza para el asesino Musharraf! ¿Vergüenza para el asesino Estados Unidos!» fueron algunos de los eslóganes más repetidos por los simpatizantes del PPP que se desplazaron en masa hasta el pueblo natal de Benazir. No hubo destacada presencia de políticos, ni de líderes de otras formaciones, fue el adiós de su gente, de nadie más. Y la organización fue instantánea. Se intentaron tomar las máximas medidas de seguridad ante el riesgo de un nuevo ataque, pero finalmente esta amenaza no se cumplió. Mientras en el sur del país se lanzaban gritos acusadores contra Musharraf y la gente pedía una investigación justa del atentado, en la capital, Islamabad, el portavoz de Interior, Javed Cheema, ofrecía una rueda de prensa para confirmar que tienen «pruebas irrefutables de que Al Qaida» es la autora del asesinato. Estas pruebas serían unas supuesta llamadas interceptadas a Baitula Mesud, uno de los líderes talibanes más buscados en Pakistán. Cheema aseguró que en el mensaje interceptado, Mesud felicita a sus guerrilleros por haber llevado a cabo el ataque con éxito. El portavoz de Interior también quiso adelantar que son también los hombres de Mesud los responsables del atentado que costó la vida a 139 personas en Karachi en la fiesta de bienvenida de Bhutto.Nadie en el funeral gritó contra Al Qaida, ni contra el terrorismo. Un detalle que siempre sorprende a muchos analistas internacionales, no a los paquistaníes. Las sospechas de los seguidores del PPP están más orientadas a la posible intervención de los servicios de inteligencia en los atentados contra su líder.EleccionesEl Ejecutivo no suspenderá las elecciones fijadas para el próximo 8 de enero y en las que Bhutto era la principal candidata a la victoria. Estas elecciones, que ya están bajo la amenaza de boicot de los principales grupos opositores, se desarrollarán además sin respetar los cuarenta días de luto marcados por el PPP como gesto de duelo ante la muerte de su líder.«Nunca he visto nada igual. Mira que hemos tenido golpes de Estado y cosas por el estilo, pero es la primera vez que todas las principales ciudades del país se levantan de esta manera», señalaba el analista político del Pakistán Observer, Mahmood Hussain.
La nueva vision espiritualalquileresAlgoritmosRecuentos para DemianEl camino de las lagrimasCuentos para pensarAutodependenciaEl camino del encuentroEl caballero de la armadura oxidadaLas 7 leyes espirituales del exitoTus zonas erroneasEjercicios pleyadianosEpictetoFamilia de luzMuchas vidasSolo el amor es realLazos de amorEl caliz de fuegoEl principe mestizoEl prisionero de AzkabanLa camara secretaLa orden del FenixLa piedra filosofal
El caos de Pakistán dispara la inquietud por el arsenal nuclear
El Gobierno opta por mantener las elecciones previstas para el 8 de enero
• El país se enfrenta a la crisis más grave de su historia desde la independencia
Seguidores de Bhutto durante una protesta en Rawalpindi, ayer. Foto: AP / SHAKIL ADIL
MÁS INFORMACIÓN
CARMEN UMBÓNBARCELONA
Desde su nacimiento como Estado, en 1947, Pakistán se enfrenta hoy a la peor crisis de una historia plagada de sobresaltos y violencia, más dramática aún que la que siguió a la secesión de Bangladés en 1972. El régimen que encabeza el presidente Pervez Musharraf se inclinaba ayer por mantener las elecciones previstas para el 8 de enero, pese a la convulsión que ha provocado el asesinato de Benazir Bhutto. Pero los temores sobre el futuro del país y la volcánica región se agudizan por la incertidumbre que genera no saber en qué manos pueden caer las armas nucleares si el régimen se derrumba.Las afirmaciones del coronel estadounidense Gary Keck, portavoz del Pentágono, de que, de momento, el "arsenal nuclear paquistaní está bajo control", no resultan tranquilizadoras. Los talibanes, las madrasas radicales, Al Qaeda y quién sabe si también el propio Osama bin Laden están demasiado cerca del corazón de esta crisis para que el mundo pueda sentirse tranquilo.INFORME DEL 2005Expertos de la CIA y del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU predijeron hace dos años que, para el 2015, en Pakistán se habría producido ya "el colapso del Estado y la completa talibanización del país, que estaría ya maduro para una guerra civil, además del constante derramamiento de sangre, las rivalidades interprovinciales y la lucha por el control de las armas nucleares". Para Paul Wilkinson, exjefe del Centro de Estudios sobre Terrorismo y Violencia política de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, "es un escenario de pesadilla" que, al parecer, se está adelantando a pasos agigantados.Los expertos cuantifican en un centenar el número de bombas y misiles nucleares del arsenal atómico paquistaní, que no está sometido al control de los organismos internacionales. Esas cifras, aunque sean aproximadas, convierten a Pakistán en una potencia nuclear que debe ser capaz de controlar férreamente sus cadenas de mando político y militar para evitar que los grupos terroristas se apoderen, con la complicidad de militares simpatizantes de Al Qaeda, de armas nucleares.En las aguas del Ejército paquistaní navegan islamistas de diferentes intensidades, desde los más radicales a otros moderados, y no todos están satisfechos con las actuaciones ambivalentes de Musharraf, que para conservar el poder nada entre dos aguas tratando al mismo tiempo de satisfacer a Estados Unidos sin romper con los islamistas.PORVENIR INCIERTOEn el punto más bajo de su credibilidad, el porvenir de Musharraf está seriamente amenazado tras la muerte de su rival-aliada. Son muchos los que creen que, si bien el brazo ejecutor del atentado contra la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) parece corresponder al binomio Al Qaeda-Talibanes, el presidente no puede eludir la responsabilidad de no haber sabido protegerla. Y muchos ciudadanos paquistanís y observadores extranjeros, alertados por Bhutto antes de morir, miran con desconfianza a las filas de los servicios de espionaje del poderoso Ejército paquistaní, donde cada vez se albergan más simpatizantes de Al Qaeda.Musharraf tiene ante sí un difícil dilema: el amenazante abismo, al que no puede dejarse arrastrar si pretende sobrevivir física y políticamente, o la gestión de la anarquía. El golpe de Estado de 1999, la persecución al Tribunal Supremo, la represión de los abogados, el amordazamiento de los medios de comunicación y el reciente autogolpe minaron su credibilidad ante la oposición más liberal, pero eso no ha mejorado su reputación frente a los sectores del Ejército que no le son afines.POBREZA Y VIOLENCIAMientras, el país, con sus 158 millones de habitantes, avanza penosamente inmerso en escandalosas desigualdades sociales cercado por la pobreza y la violencia. Según fuentes del Fondo Monetario Internacional y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la tasa de analfabetismo es del 50,1% la mayoría mujeres, y el 76,3% de la población vive con un euro y medio al día. La renta per cápita es de 618 euros.
• El país se enfrenta a la crisis más grave de su historia desde la independencia
Seguidores de Bhutto durante una protesta en Rawalpindi, ayer. Foto: AP / SHAKIL ADIL
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Desde su nacimiento como Estado, en 1947, Pakistán se enfrenta hoy a la peor crisis de una historia plagada de sobresaltos y violencia, más dramática aún que la que siguió a la secesión de Bangladés en 1972. El régimen que encabeza el presidente Pervez Musharraf se inclinaba ayer por mantener las elecciones previstas para el 8 de enero, pese a la convulsión que ha provocado el asesinato de Benazir Bhutto. Pero los temores sobre el futuro del país y la volcánica región se agudizan por la incertidumbre que genera no saber en qué manos pueden caer las armas nucleares si el régimen se derrumba.Las afirmaciones del coronel estadounidense Gary Keck, portavoz del Pentágono, de que, de momento, el "arsenal nuclear paquistaní está bajo control", no resultan tranquilizadoras. Los talibanes, las madrasas radicales, Al Qaeda y quién sabe si también el propio Osama bin Laden están demasiado cerca del corazón de esta crisis para que el mundo pueda sentirse tranquilo.INFORME DEL 2005Expertos de la CIA y del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU predijeron hace dos años que, para el 2015, en Pakistán se habría producido ya "el colapso del Estado y la completa talibanización del país, que estaría ya maduro para una guerra civil, además del constante derramamiento de sangre, las rivalidades interprovinciales y la lucha por el control de las armas nucleares". Para Paul Wilkinson, exjefe del Centro de Estudios sobre Terrorismo y Violencia política de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, "es un escenario de pesadilla" que, al parecer, se está adelantando a pasos agigantados.Los expertos cuantifican en un centenar el número de bombas y misiles nucleares del arsenal atómico paquistaní, que no está sometido al control de los organismos internacionales. Esas cifras, aunque sean aproximadas, convierten a Pakistán en una potencia nuclear que debe ser capaz de controlar férreamente sus cadenas de mando político y militar para evitar que los grupos terroristas se apoderen, con la complicidad de militares simpatizantes de Al Qaeda, de armas nucleares.En las aguas del Ejército paquistaní navegan islamistas de diferentes intensidades, desde los más radicales a otros moderados, y no todos están satisfechos con las actuaciones ambivalentes de Musharraf, que para conservar el poder nada entre dos aguas tratando al mismo tiempo de satisfacer a Estados Unidos sin romper con los islamistas.PORVENIR INCIERTOEn el punto más bajo de su credibilidad, el porvenir de Musharraf está seriamente amenazado tras la muerte de su rival-aliada. Son muchos los que creen que, si bien el brazo ejecutor del atentado contra la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) parece corresponder al binomio Al Qaeda-Talibanes, el presidente no puede eludir la responsabilidad de no haber sabido protegerla. Y muchos ciudadanos paquistanís y observadores extranjeros, alertados por Bhutto antes de morir, miran con desconfianza a las filas de los servicios de espionaje del poderoso Ejército paquistaní, donde cada vez se albergan más simpatizantes de Al Qaeda.Musharraf tiene ante sí un difícil dilema: el amenazante abismo, al que no puede dejarse arrastrar si pretende sobrevivir física y políticamente, o la gestión de la anarquía. El golpe de Estado de 1999, la persecución al Tribunal Supremo, la represión de los abogados, el amordazamiento de los medios de comunicación y el reciente autogolpe minaron su credibilidad ante la oposición más liberal, pero eso no ha mejorado su reputación frente a los sectores del Ejército que no le son afines.POBREZA Y VIOLENCIAMientras, el país, con sus 158 millones de habitantes, avanza penosamente inmerso en escandalosas desigualdades sociales cercado por la pobreza y la violencia. Según fuentes del Fondo Monetario Internacional y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la tasa de analfabetismo es del 50,1% la mayoría mujeres, y el 76,3% de la población vive con un euro y medio al día. La renta per cápita es de 618 euros.
La mayor prueba tras el 11-s
El asesinato de Benazir Bhuto sitúa a la postura occidental hacia Pakistán frente a su mayor prueba desde los atentados del 11-S. Se ha eliminado de un brochazo el eje de los planes estadounidenses y británicos para traer la estabilidad al país. Musharraf permitió a Bhutto volver a su patria y presentarse a las planeadas elecciones al Parlamento sólo después de recibir fuertes presiones por parte de sus aliados clave.
Washington y Londres querían que Bhutto regresase y querían que volviera a ser primera ministra. Esto no era porque considerasen que su historial en el Gobierno constituyera un brillante ejemplo: en realidad, Bhutto no consiguió casi nada durante sus dos mandatos. Pero Musharraf se había vuelto tan impopular que su Gobierno se arriesgaba a ser totalmente inefectivo. La respuesta era aunar en una administración a los políticos laicos y prooccidentales de Pakistán. Esto tendría el doble propósito de aislar a los radicales islamistas y crear un nuevo gobierno capaz de combatirlos con eficacia.
Occidente esperaba que Bhutto ganase las elecciones al Parlamento al frente del Partido Popular de Pakistán (PPP) y que ejerciese como primera ministra en coalición con Musharraf, ahora líder civil. Entre tanto, el sucesor del presidente como jefe del ejército, el general Ashfaq Pervez Kiyani, ocuparía el tercer puesto en el Estado paquistaní.
Quién sabe cómo habría funcionado este triunvirato. En sus 60 años de historia, la política se ha visto impedida por el fracaso para encontrar un equilibrio entre los cargos de presidente, primer ministro y jefe del ejército.
Bhutto era la clave del arreglo. Su popularidad, demostrada más recientemente por el auténtico dolor nacional a causa de su muerte, era su baza crucial. Ella era la única política prooccidental que contaba con un apoyo popular genuino. De ahí que fuese una aliada excepcionalmente valiosa para Estados Unidos y Gran Bretaña. Todos estos planes han saltado por la borda. La política paquistaní es más impredecible y peligrosa que nunca desde el 11-S.
Puede que Musharraf se vea forzado a volver a imponer el estado de emergencia que levantó hace sólo unas semanas. Si es así, es probable que las elecciones parlamentarias previstas para el 8 de enero se aplacen, quizá indefinidamente.
Los partidarios de Bhutto ya han acusado al régimen de organizar su asesinato. Aunque esta afirmación es inverosímil en extremo, muchos la creerán y podría provocar aún más malestar.
Estados Unidos y Gran Bretaña se enfrentan ahora a dos opciones, ambas difíciles de digerir. La primera sería respaldar a Musharraf, antiguo aliado suyo, incluso si utiliza sus poderes extraordinarios para seguir en el cargo y suspende las elecciones. Esto les dejaría en deuda con un líder profundamente impopular que ha demostrado que es incapaz de contener la creciente oleada de militancia islamista.
La segunda opción es mantener el objetivo de formar una administración amplia, que aúne a todas las fuerzas democráticas de Pakistán. Nawaz Sharif, el anterior primer ministro al que Musharraf derrocó en 1999, podría ser el sustituto para el papel de Bhuto.
Es probable que Washington y Londres se decidan por esta opción. Presionarán a Musharraf para que permita unas elecciones libres con la esperanza de que Sharif las gane y demuestre que es un primer ministro eficaz, trabajando en equipo con el presidente.
Pero es inverosímil. Sharif no ha perdonado a Musharraf por liderar el golpe militar que destruyó su gobierno. Musharraf cree que Sharif simboliza a los políticos civiles corruptos e incompetentes que trazaron el camino hacia la ruina nacional en la década de los noventa. Es mucho más probable que Sharif exija la dimisión inmediata del presidente. Después requerirá la formación de un gobierno nacional que excluya a Musharraf, lo cual allanaría el camino hacia unas elecciones libres. A medida que se desarrolle esta batalla, Pakistán sufrirá un vacío de poder y los militantes islamistas podrían aprovechar la ocasión.
EDA © Daily Telegraph UK
Washington y Londres querían que Bhutto regresase y querían que volviera a ser primera ministra. Esto no era porque considerasen que su historial en el Gobierno constituyera un brillante ejemplo: en realidad, Bhutto no consiguió casi nada durante sus dos mandatos. Pero Musharraf se había vuelto tan impopular que su Gobierno se arriesgaba a ser totalmente inefectivo. La respuesta era aunar en una administración a los políticos laicos y prooccidentales de Pakistán. Esto tendría el doble propósito de aislar a los radicales islamistas y crear un nuevo gobierno capaz de combatirlos con eficacia.
Occidente esperaba que Bhutto ganase las elecciones al Parlamento al frente del Partido Popular de Pakistán (PPP) y que ejerciese como primera ministra en coalición con Musharraf, ahora líder civil. Entre tanto, el sucesor del presidente como jefe del ejército, el general Ashfaq Pervez Kiyani, ocuparía el tercer puesto en el Estado paquistaní.
Quién sabe cómo habría funcionado este triunvirato. En sus 60 años de historia, la política se ha visto impedida por el fracaso para encontrar un equilibrio entre los cargos de presidente, primer ministro y jefe del ejército.
Bhutto era la clave del arreglo. Su popularidad, demostrada más recientemente por el auténtico dolor nacional a causa de su muerte, era su baza crucial. Ella era la única política prooccidental que contaba con un apoyo popular genuino. De ahí que fuese una aliada excepcionalmente valiosa para Estados Unidos y Gran Bretaña. Todos estos planes han saltado por la borda. La política paquistaní es más impredecible y peligrosa que nunca desde el 11-S.
Puede que Musharraf se vea forzado a volver a imponer el estado de emergencia que levantó hace sólo unas semanas. Si es así, es probable que las elecciones parlamentarias previstas para el 8 de enero se aplacen, quizá indefinidamente.
Los partidarios de Bhutto ya han acusado al régimen de organizar su asesinato. Aunque esta afirmación es inverosímil en extremo, muchos la creerán y podría provocar aún más malestar.
Estados Unidos y Gran Bretaña se enfrentan ahora a dos opciones, ambas difíciles de digerir. La primera sería respaldar a Musharraf, antiguo aliado suyo, incluso si utiliza sus poderes extraordinarios para seguir en el cargo y suspende las elecciones. Esto les dejaría en deuda con un líder profundamente impopular que ha demostrado que es incapaz de contener la creciente oleada de militancia islamista.
La segunda opción es mantener el objetivo de formar una administración amplia, que aúne a todas las fuerzas democráticas de Pakistán. Nawaz Sharif, el anterior primer ministro al que Musharraf derrocó en 1999, podría ser el sustituto para el papel de Bhuto.
Es probable que Washington y Londres se decidan por esta opción. Presionarán a Musharraf para que permita unas elecciones libres con la esperanza de que Sharif las gane y demuestre que es un primer ministro eficaz, trabajando en equipo con el presidente.
Pero es inverosímil. Sharif no ha perdonado a Musharraf por liderar el golpe militar que destruyó su gobierno. Musharraf cree que Sharif simboliza a los políticos civiles corruptos e incompetentes que trazaron el camino hacia la ruina nacional en la década de los noventa. Es mucho más probable que Sharif exija la dimisión inmediata del presidente. Después requerirá la formación de un gobierno nacional que excluya a Musharraf, lo cual allanaría el camino hacia unas elecciones libres. A medida que se desarrolle esta batalla, Pakistán sufrirá un vacío de poder y los militantes islamistas podrían aprovechar la ocasión.
EDA © Daily Telegraph UK
El mundo según Osama Bin Laden
El asesinato de Benazir Bhutto ha desestabilizado Pakistán hasta el confín del caos, hasta el punto de que la tensión desborda el escenario de la nación surgida de la partición india, trasmite precariedad a todo su marco geopolítico y arriesga el improbable orden mundial que venía realquilando el vacío posterior a la guerra fría. Un sistema mundial más o menos estable habitualmente no deja de convivir con la existencia de focos de caos y anarquía pero la magnitud de la circunstancia pakistaní tras el atentado contra Benazir Bhutto es algo más, de un potencial capaz de alterar factores y resultados de orden global. El golpe de Osama Bin Laden atenta directamente contra la malla de protección de lo que llamamos mundo libre y que en política internacional tanto como en la estrategia anti-terrorista se vale de peones como el Pakistán de Musharraf.
Haya contado o no con la complicidad fáctica de elementos de los servicios de inteligencia pakistaní, Al-Qaida condiciona las prioridades de Occidente si es que existía la tentación de mirar para otro lado. Ahora mismo la estabilidad es lo fundamental para el mundo, haya o no haya elecciones de Pakistán según el calendario previsto. Estamos hablando de un país con 165 millones de habitantes, con un ejército potente y armas atómicas. Por un tiempo va a carecer de eco el tañido de las campañas en las misiones neoconservadoras que ambicionaban vastos programas de democratización. La situación de Pakistán requiere algo más inmediato y realista, mientras los talibanes operan en Afganistán, Osama Bin Laden aspira a poseer el código atómico, sus redes mejoran en capacidad global y sus futuros guerreros están siendo adoctrinados en las madrasas pakistaníes que financia la Arabia Saudita.
Hasta ahora los Estados Unidos llevaba intentando un zurcido diplomático muy difícil: pagarle a Musharraf para que avanzase por la vía democrática y fuese más contundente con el fundamentalismo islamista, primero pactando el regreso de Benazir Bhutto como candidata y luego confiando en que la falta de complicidad entre Musharraf y Bhutto no tuviera el peor de los desenlaces. Era como cambiar una pieza central de una locomotora puesta en marcha con el ochenta por cien de su disponibilidad. Ya estamos en otra fase, de opciones muy condicionadas por el magnicidio, una de esas fases en que la diplomacia llega al vértigo y puede entrar en pánico. Para el mundo, el riesgo de que el poder nuclear pakistaní vaya a manos de cualquiera -Bin Laden, sin ir más lejos- permite distinguir entre conflicto local y peligro global incluso a quienes no sólo confunden la política internacional con un jardín de la infancia sino que desechan con superioridad moral inmadura el valor de lo estable en un mundo cuya propensión natural es la inestabilidad, un mundo en que el terrorismo no es una reacción de desposeídos frente a oligarcas.
De aquí a la fecha electoral de noviembre, es posible que el primer impacto del asesinato de Benazir Bhutto pase a otro término en la consideración de los candidatos presidenciales por parte del electorado norteamericano pero contará algo más que antes su competencia a la hora de reaccionar ante amenazas exteriores. De algún modo también va a contar transitoriamente en una Europa pusilánime, retardada en la acción, ni tan siquiera preparada para saber lo que será Kosovo cuando llegue el día después. Ayer, la sociedad norteamericana quiso conocer en seguida lo que pensaban los candidatos sobre el atentado en Pakistán; mañana la evaluación de la atrocidad conllevará algunas decisiones. Lo lógico es que sean en el sentido de afianzar la estabilidad pakistaní. Es lo más perentorio: reforzar el Estado en Pakistán para que garantice el esclarecimiento de lo ocurrido y ataje la metástasis del fundamentalismo islámico que tanta cancha ha logrado para Osama Bin Laden.
Ayer Ahmed Rashid, autor de «Talibanes» y «Jihad», describía en «The Washington Post» el gran vacío político que deja el asesinato de Benazir Bhutto en el corazón de un Estado que dispone de armamento nuclear y que parece deslizarse hacia un abismo de violencia y de extremismo islámico. La propuesta sería un gobierno de concentración nacional que tutele el proceso electoral pero a estas alturas la violencia en las calles en la reacción más cierta. En realidad, la violencia -en la calle, el asesinato político como método- es la única verdadera tradición política de Pakistán desde que se desgajó en el proceso de independencia de la India. La expansión del caos dañaría de forma irremediable los cimientos de un Estado semifallido que ya ha tenido la tentación de firmar treguas con Al-Qaida y los talibanes.
En su proyección mundial, el desenvolvimiento del proceso pakistaní es prácticamente impredecible. Enfrascada en precoz campaña electoral, Norteamérica de nuevo habría de ejercer su unipolaridad en un mundo que pide multilateralismo aunque casi siempre con la boca chica. La Unión Europea será otra vez la gran espectadora, nutrida institucionalmente de una retórica minimalista que esconde debilidades crónicas. Es engañarse mucho pensar que un Pakistán en caos no pueda asemejarse pronto a Afganistán -donde España tiene tropas- o a Sudán. Empeorar siempre es el rumbo más asequible. Ahí fuera el mundo abunda en significados ambiguos y amorales. De repente, los personajes resultan ser trágicos. En aquellos páramos, los temores y cuidados del estadista al final casi siempre requieren como respaldo el uso convincente de la fuerza aunque sólo sea para que otra cosa peor no ocupe el vacío de poder, como pudiera ser el caso de Pakistán.
Habrá quien ya se pregunte si no se confió demasiado en Musharraf como aliado de Occidente contra el terrorismo y como hombre dispuesto a convertir una dictadura en democracia. Por otra parte, quién sabe si se podía confiar tanto en el regreso de alguien como Benazir Bhutto. Lo cierto es que en situaciones-límite o tan lejos de control lo más que generalmente se puede es escoger entre dos males y acertar en el mal menor. Ese es el panorama divisable en otros tantos puntos del mundo. Hay un sendero que lleva desde la cueva de Bin Laden al arsenal nuclear que Pakistán quiso tener para plantarse frente a la India en el conflicto de Cachemira. Pequeños roces sin cuidar o hurgados deliberadamente llevan a grandes heridas. Un gesto intempestivo incita a la mayor violencia. Un asesinato político en Pakistán zarandea la estabilidad mundial.
Haya contado o no con la complicidad fáctica de elementos de los servicios de inteligencia pakistaní, Al-Qaida condiciona las prioridades de Occidente si es que existía la tentación de mirar para otro lado. Ahora mismo la estabilidad es lo fundamental para el mundo, haya o no haya elecciones de Pakistán según el calendario previsto. Estamos hablando de un país con 165 millones de habitantes, con un ejército potente y armas atómicas. Por un tiempo va a carecer de eco el tañido de las campañas en las misiones neoconservadoras que ambicionaban vastos programas de democratización. La situación de Pakistán requiere algo más inmediato y realista, mientras los talibanes operan en Afganistán, Osama Bin Laden aspira a poseer el código atómico, sus redes mejoran en capacidad global y sus futuros guerreros están siendo adoctrinados en las madrasas pakistaníes que financia la Arabia Saudita.
Hasta ahora los Estados Unidos llevaba intentando un zurcido diplomático muy difícil: pagarle a Musharraf para que avanzase por la vía democrática y fuese más contundente con el fundamentalismo islamista, primero pactando el regreso de Benazir Bhutto como candidata y luego confiando en que la falta de complicidad entre Musharraf y Bhutto no tuviera el peor de los desenlaces. Era como cambiar una pieza central de una locomotora puesta en marcha con el ochenta por cien de su disponibilidad. Ya estamos en otra fase, de opciones muy condicionadas por el magnicidio, una de esas fases en que la diplomacia llega al vértigo y puede entrar en pánico. Para el mundo, el riesgo de que el poder nuclear pakistaní vaya a manos de cualquiera -Bin Laden, sin ir más lejos- permite distinguir entre conflicto local y peligro global incluso a quienes no sólo confunden la política internacional con un jardín de la infancia sino que desechan con superioridad moral inmadura el valor de lo estable en un mundo cuya propensión natural es la inestabilidad, un mundo en que el terrorismo no es una reacción de desposeídos frente a oligarcas.
De aquí a la fecha electoral de noviembre, es posible que el primer impacto del asesinato de Benazir Bhutto pase a otro término en la consideración de los candidatos presidenciales por parte del electorado norteamericano pero contará algo más que antes su competencia a la hora de reaccionar ante amenazas exteriores. De algún modo también va a contar transitoriamente en una Europa pusilánime, retardada en la acción, ni tan siquiera preparada para saber lo que será Kosovo cuando llegue el día después. Ayer, la sociedad norteamericana quiso conocer en seguida lo que pensaban los candidatos sobre el atentado en Pakistán; mañana la evaluación de la atrocidad conllevará algunas decisiones. Lo lógico es que sean en el sentido de afianzar la estabilidad pakistaní. Es lo más perentorio: reforzar el Estado en Pakistán para que garantice el esclarecimiento de lo ocurrido y ataje la metástasis del fundamentalismo islámico que tanta cancha ha logrado para Osama Bin Laden.
Ayer Ahmed Rashid, autor de «Talibanes» y «Jihad», describía en «The Washington Post» el gran vacío político que deja el asesinato de Benazir Bhutto en el corazón de un Estado que dispone de armamento nuclear y que parece deslizarse hacia un abismo de violencia y de extremismo islámico. La propuesta sería un gobierno de concentración nacional que tutele el proceso electoral pero a estas alturas la violencia en las calles en la reacción más cierta. En realidad, la violencia -en la calle, el asesinato político como método- es la única verdadera tradición política de Pakistán desde que se desgajó en el proceso de independencia de la India. La expansión del caos dañaría de forma irremediable los cimientos de un Estado semifallido que ya ha tenido la tentación de firmar treguas con Al-Qaida y los talibanes.
En su proyección mundial, el desenvolvimiento del proceso pakistaní es prácticamente impredecible. Enfrascada en precoz campaña electoral, Norteamérica de nuevo habría de ejercer su unipolaridad en un mundo que pide multilateralismo aunque casi siempre con la boca chica. La Unión Europea será otra vez la gran espectadora, nutrida institucionalmente de una retórica minimalista que esconde debilidades crónicas. Es engañarse mucho pensar que un Pakistán en caos no pueda asemejarse pronto a Afganistán -donde España tiene tropas- o a Sudán. Empeorar siempre es el rumbo más asequible. Ahí fuera el mundo abunda en significados ambiguos y amorales. De repente, los personajes resultan ser trágicos. En aquellos páramos, los temores y cuidados del estadista al final casi siempre requieren como respaldo el uso convincente de la fuerza aunque sólo sea para que otra cosa peor no ocupe el vacío de poder, como pudiera ser el caso de Pakistán.
Habrá quien ya se pregunte si no se confió demasiado en Musharraf como aliado de Occidente contra el terrorismo y como hombre dispuesto a convertir una dictadura en democracia. Por otra parte, quién sabe si se podía confiar tanto en el regreso de alguien como Benazir Bhutto. Lo cierto es que en situaciones-límite o tan lejos de control lo más que generalmente se puede es escoger entre dos males y acertar en el mal menor. Ese es el panorama divisable en otros tantos puntos del mundo. Hay un sendero que lleva desde la cueva de Bin Laden al arsenal nuclear que Pakistán quiso tener para plantarse frente a la India en el conflicto de Cachemira. Pequeños roces sin cuidar o hurgados deliberadamente llevan a grandes heridas. Un gesto intempestivo incita a la mayor violencia. Un asesinato político en Pakistán zarandea la estabilidad mundial.
Clima de sospechas cruzadas a un paso de una guerra interna
El vacío político y el miedo a la guerra civil ha dejado como consecuencia el brutal asesinato de Benazir Bhutto en Pakistán. El medio millón de militares del ejército es capaz de controlar el caos extendido que puede producir el dolor de su muerte. Pero son las contradicciones que genera en su islamizada población la polémica "guerra contra el terror" promovida por los norteamericanos, su necesidad de respaldar al presidente autócrata Pervez Musharraf para continuar la ocupación afgana y la resistencia de los paquistaníes a esa influencia las que pueden llevar a la anarquía a la república islámica con poder nuclear.El gobierno del presidente desvestido de su uniforme militar para ser occidentalmente aceptado pretende realizar las elecciones legislativas del 8 de enero para demostrar que no ha perdido el control. Pero la oposición ha sido descabezada por el asesinato de Benazir y la descalificación de Nawaz Sharif, el líder más popular, para participar en el comicio. La elección sólo acentuaría más aún la ilegitimidad de Musharraf, nacida de la disolución de una Corte Suprema que no quería legalizar su nuevo mandato tras 8 años de dictadura.Pakistán quedó acéfalo de oposición. Bilawal, el hijo de 19 años de Benazir, estudia en Oxford. Bakhtawar y Aseefa, sus hijas de 14 y 17 años, siguen el secundario en Dubai, donde vivían con su padre, Asif Zardari. Su marido pertenece a una de las familias más ricas del país y lo llamaban "Mister 10%" por sus pedidos de comisiones cuando fue ministro de Inversiones. Nunca mostró tener pasta de político. Probablemente quien más posibilidades tenga sea Fatima Bhutto, su sobrina de 25 años y periodista, que estudia en Londres y detestaba a su tía por rencores familiares. El Partido del Pueblo (PPP) no tiene más líder después de la muerte de su presidenta vitalicia y probablemente deba recurrrir a los menores, como la trágica familia india de los Ghandi. Con esa sentimentalidad que carga a la política tribal feudal, el dolor de esa dolorosa ausencia podría convertir al PPP fácilmente en vencedor de las elecciones.Bhutto no sólo era la enemiga pública de Al Qaeda, la única con una base popular capaz de disputarle el sur y la zona tribal. Sus enemigos eran variopintos y poderosos: el establishment paquistaní; el ejército que detestaba a los Bhutto y en manos de quien su padre murió ahorcado en Rawalpindi, y el ISI, el Servicio de Inteligencia paquistaní.Después del atentado en su caravana de bienvenida donde salvó su vida, ella sintió que la matarían si pudieran y que Musharraf no le había otorgado suficiente protección. Ese fue el mensaje que pidió a su vocera en EE.UU. que transmitiera a Wolf Blitzer, el periodista de la CNN, si ella moría. Setenta días despues su premonición se cumplió.En el mail del 26 de octubre, Benazir decía que si fuese asesinada, la responsabilidad sería de Musharraf. Ese mismo día, ella envió al presidente paquistaní una lista de nombres y números de teléfonos de quienes querían asesinarla. En ella estaba un oficial del poderoso ISI y un conocido empresario paquistaní. Los nombres habían sido provistos por un "país amigo": Arabia Saudita, gran inversor en una nación que crece al 9% anual y cuyas inversiones están ahora en peligro.En medio de un vendaval de teorías conspirativas, el gobierno paquistaní insiste en que detectó indicios de la responsablidad de Al Qaeda en el asesinato. Asegura haber interceptado una comunicación de Baitullah Mehsud, un joven mullah de Waziristan y vinculado a Al Qaeda, que es el mentor activo de la rebelión pro talibana que se ha extendido a Swat, a 120 km de Islamabad. No es el estilo de Al Qaeda disparar sobre un rehén y luego explotarse como mártir.Para los expertos es demasiado prematuro hacer este tipo de afirmaciones. Al Qaeda sería la respuesta obvia e inquietante. Pero más preocupante es que Benazir pudiera haber sido víctima de una conspiración no talibana, donde podrían haber participado islamistas infiltrados en los servicios de inteligencia del ISI, que reciben cuantiosas sumas de ayuda norteamericanas encubiertas y al mismo tiempo, tienen simpatías fundamentalistas y apoyan a los ultraislámicos. Por eso, los críticos de Musharraf no están convencidos de que el asesinato de Benazir haya sido ordenado por Al Qaeda.
Una líder imperfecta y valiente
Benazir Bhutto fue una líder imperfecta y valiente. Su regreso a Pakistán hace dos meses despertó la esperanza de que su país encontraría su camino hacia la democracia y la estabilidad.Su asesinato este jueves es sin embargo un horroroso recordatorio más de lo lejos que está Pakistán de ambas cosas y de lo cerca que está del abismo.La muerte de Bhutto deja a la administración Bush con ninguna estrategia visible para librar a Pakistán de su crisis o para erradicar a Al Qaeda y a los talibán, que convirtieron al país en su base de retaguardia más importante.Apostar la seguridad de EE.UU. (y el arsenal nuclear de Pakistán) a un dictador irresponsable, el presidente Pervez Musharraf, no funcionó. Apostarla a una alianza entre el dictador y Bhutto, que esperaba ser premier este enero, ya no es posible. Esto deja a Bush con la opción, poco usual, de tener que usar los recursos y prestigio de Estados Unidos para fortalecer las maltratadas instituciones democráticas de Pakistán.Las elecciones parlamentarias son el mes que viene. Esto supone un breve margen para que el partido de Bhutto, el más grande del país, elija un nuevo candidato para primer ministro y monte una breve campaña. Washington debe pedir también que el otro líder de la oposición, Nawaz Sharif, pueda postularse. Y debe insistir para que Musharraf reincorpore a los jueces de la Corte Suprema que despidió el mes pasado para evitar que obstaculizaran su elección.
Muy temprano para dictar el final de la dinastía Bhutto
Signada por la tragedia, la familia de Benazir tiene todavía chances de dejar herederos políticos.
INDIRA GANDHI Y ZULFIKAR ALI BHUTTO. LA EX PREMIER INDIA Y EL PADRE DE BENAZIR, EX PREMIER PAQUISTANI, EN UNA FOTO DE 1972. EL FUE AHORCADO LUEGO DE SER DEPUESTO POR UN GOLPE MILITAR. INDIRA FUE ASESINADA POR CUSTODIOS EN 1984.
El asesinato de Benazir Bhutto llevaron a muchos a declarar el fin de la dinastía política de los Bhutto, aunque ese tipo de predicciones puede ser prematuro. El marido de la ex premier, Asif Ali Zardari -quien estuvo preso por corrupción y era conocido en Pakistán como "Mr. 10%"- está muy desacreditado como para tomar el timón del Partido Popular de Pakistán, aunque de esa pareja nacieron tres hijos.Mientras la horrible manera en la que murió su madre podría golpear a algunos de tal modo de disuadirlos de cualquier tipo de involucramiento en la política, sería bueno recordar que fue precisamente la muerte de su padre la que impulsó a Benazir Bhutto -quien inicialmente había considerado iniciar una carrera diplomática- a la arena política.Tenía 25 años cuando Zulfikar Alí Bhutto, fue colgado, dos años después de que lo derrocaran como primer ministro en un golpe de estado orquestado por el General Zia ul-Haq. Sus hermanos, Murtaza y Shahnawaz, se habían enrolado en movimientos de oposición a Zia antes de morir ambos en misteriosas circunstancias.Hay otro precedente acerca de hijos de un líder asesinado que deciden tomar la batuta y hay que buscarlo en la vecina India. Indira Gandhi, la hija de Jawaharlal Nehru, fue asesinada por dos de sus guardaespaldas en 1984. Su hijo menor, Sanjay, la siguió en política, generando polémica por su programa para limpiar los barrios bajos de Delhi. El murió en un accidente aeronáutico en 1980, y otro su hijo Rajiv -piloto de avión- mostraba poco interés en política hasta que su madre fue asesinada. Fue entonces que el congreso partidario lo convenció de que era el único posible sucesor. Se convirtió en premier pero fue asesinado en 1991 por un atacante suicida.La diferencia con Benazir es que sus chicos aún son adolescentes. Bilawal, el mayor tiene 19 y sus dos hermanas Bakhtawar y Aseefa, 17 y 14 respectivamente. Los tres viven en Dubai con su padre. Fátima (25), una sobrina enemistada con Bhutto que se oponía a que su tía regresara del exilio es una posibilidad. Algunos la ven como una posible líder del PPP en el futuro.Bilawal -cinturón negro de Taekwondo- aparece como el posible heredero. El ya sigue los pasos de su madre estudiando en Oxford. Cuando tenía 16 años dio una entrevista en la que condenó el modo en que se había tratado a su familia. Cuando le preguntaron si pensaba hacer una carrera política, dejó la puerta entreabierta. "Ya veremos, no lo sé", contestó. "Me gustaría ayudar a la gente de Pakistán, por eso lo decidiré cuando termine mis estudios". Quien sabe los hechos del jueves ya decidieron por él.
En medio del duelo y la incertidumbre, EE.UU. ya busca nuevos socios
Mientras Pakistán busca sobrevivir al duelo por el asesinato de la ex premier y líder opositora Benazir Bhutto, los analistas estudian cuál será el rumbo político que seguirá esta nación nu clear, hoy sumida en el caos y la incertidumbre.Con la fecha de las elecciones legislativas encima, el gobierno del general Pervez Musharraf salió a bajar el tono de aquellos que piden desde la sensatez que los comicios se posterguen. Ayer, el gobierno paquistaní deslizó que por ahora no habría cambios, aunque se mencionó una ronda de conversaciones con los partidos opositores de la cual podría salir un cambio de fecha.El ex premier Nawaz Sharif, ex enemigo político de Bhutto pero quien había armado con ella una alianza en los últimos meses exigió nuevamente la renuncia de Musharraf y aseguró que si el gobierno insiste en celebrar los comicios el 8 de enero "conducirá al país a la autodestrucción, no sólo del gobierno sino también del país".El asesinato de Bhutto, según Sharif es una "prueba" de la decisión del presidente Musharraf de producir un fraude en las elecciones. "Musharraf no tiene intenciones de organizar elecciones libres y lo que ha sucedido lo prueba", dijo Sharif, quien fue derrocado por un golpe de estado del mismo Musharraf en 1999.Sharif había asegurado luego del asesinato de Benazir que su agrupación Liga Musulmana-N boicotearía las legislativas. Sharif no fue autorizado a presentarse; la corte adicta al general Musharraf se lo prohibió.Sharif llamó por teléfono al marido de la ex premier asesinada para darle sus condolencias pero no se trasladó al lugar del funeral porque su seguridad no está garantizada por el gobierno.En Washington, en tanto, comenzó una búsqueda ansiosa de un nuevo aliado político en Pakistán para llenar el vacío dejado por la muerte de Bhutto, una socia vista con buenos ojos por Occidente. Nadie duda de que el país corre el peligro de precipitarse de modo mucho más dramático que hasta ahora hacia el caos.Y nuevamente, la preocupación máxima es que el arsenal nuclear pueda caer en manos equivocadas, algo sobre lo que Bhutto venía advirtiendo en las últimas semanas.El atentado contra Bhutto constituye un golpe bajo para la política exterior del gobierno de George Bush. Apenas un día después del atentado, según informó The New York Times, la embajada estadounidense en Islamabad buscaba contacto con miembros del partido del ex primer ministro Nawaz Sharif, visto hasta ahora con recelo por Washington debido a sus alianzas con partidos islámicos.Tampoco parece claro el panorama en el Partido Popular de Paquistán (PPP) de la líder asesinada, quien era decididamente el eje del accionar de la agrupación que alguna vez lideró su padre y cuya muerta ahora deja un estimable vacío de poder en la escena política.
Una ola de violencia se desata tras el funeral de Benazir Bhutto
Miles de personas asistieron al entierro de la ex Primera Ministra, en Ghari Khuda Baksh. En todas las provincias del país se han desatado enfrentamientos.
Al menos 23 personas, entre ellas cuatro oficiales de seguridad, han muerto en la ola de violencia que se ha desatado en la provincia del Sindh, tras el asesinato de la lideresa opositora Benazir Bhutto.Los cuerpos de seguridad del Sindh recibieron ayer por la mañana órdenes de tirar a matar con vistas a controlar las violentas protestas desatadas por el asesinato de la ex Primera Ministra.En la capital regional, Karachi, hay desplegados unos 10 000 miembros de los cuerpos de seguridad del Estado, además de otros 6 000 en distintos puntos de la provincia sureña.Sin embargo, los operativos de seguridad no han podido impedir incendios causados por multitudes incontroladas en decenas de establecimientos comerciales.Según la televisora local Dawn, en todo el país han ardido hasta el momento unas 200 sucursales bancarias, así como trenes, tiendas y sedes de partidos políticos.Pero la violencia ha sido especialmente apreciable en el Sindh, que es el principal feudo del Partido Popular de Pakistán (PPP), al que pertenecía Bhutto.A los disturbios causados por los miembros del PPP hay que añadir los nueve muertos registrados en una explosión en el conflictivo valle norteño de Swat, durante un mitin del partido del presidente paquistaní, Pervez Musharraf.El funeral de Bhutto estuvo cargado de emotividad. El féretro con los restos de la opositora fue llevado al distrito de Larkana, en la provincia sureña del Sindh. El ataúd fue cubierto con la bandera negra, verde y roja del PPP. El coche funerario tardó más de dos horas en cubrir los cinco kilómetros que separan su casa familiar en la localidad de Naudero del panteón familiar situado en Ghari Khuda Baksh.El ataúd avanzó entre la vasta multitud que abarrotaba cada esquina. Muchos partidarios lloraron y golpearon sus pechos en muestra de dolor.Horas después, Bhutto fue sepultada junto a su padre, Zulfikar Ali Bhutto, quien a finales de la década de los setenta fue derrocado y ejecutado por el Ejército cuando era Primer Ministro.Mientras los partidarios de Bhutto se despedían de su lideresa, en Islamabad se anunció el informe oficial sobre la muerte de la ex Primera Ministra paquistaní. Un vocero del Gobierno afirmó ayer que la política no murió por heridas de bala o por esquirlas de explosivos, sino al golpearse la cabeza contra su vehículo.
La peor crisis política en la historia del país musulmán
El ataque suicida que se cobró la vida de Benazir Bhutto ha generado la peor crisis de la historia moderna de Pakistán. El país musulmán se encuentra al borde de una agitación social masiva como consecuencia del asesinato. Hasta ahora se contabilizan al menos 23 víctimas mortales por el asesinato de Bhutto. Según varios analistas, el presidente Pervez Musharraf tendrá que convencer a sus opositores de que fracasó en la protección de la ex Primera Ministra. Si no lo logra , varios expertos políticos avizoran que Musharraf deberá poner fin a su mandato de ocho años. “Nos dirigimos a una fase política muy incierta, que puede sumir al país en un estado de anarquía”, aseguró Hasan Askari, ex responsable de Ciencias Políticas en la Universidad Punjab de Lahore.El difícil momento que atraviesa Pakistán ha obligado a los países vecinos a tomar medidas de seguridad. Por ejemplo, la India decidió aumentar el estado de alerta en la frontera con su vecino.Con las elecciones previstas para el 8 de enero, que debían constituir un paso crucial en su camino hacia la democracia, estas tensiones representan el mayor desafío para Pakistán desde la secesión de Bangladesh de su territorio hace más de 35 años.
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Al menos 23 personas, entre ellas cuatro oficiales de seguridad, han muerto en la ola de violencia que se ha desatado en la provincia del Sindh, tras el asesinato de la lideresa opositora Benazir Bhutto.Los cuerpos de seguridad del Sindh recibieron ayer por la mañana órdenes de tirar a matar con vistas a controlar las violentas protestas desatadas por el asesinato de la ex Primera Ministra.En la capital regional, Karachi, hay desplegados unos 10 000 miembros de los cuerpos de seguridad del Estado, además de otros 6 000 en distintos puntos de la provincia sureña.Sin embargo, los operativos de seguridad no han podido impedir incendios causados por multitudes incontroladas en decenas de establecimientos comerciales.Según la televisora local Dawn, en todo el país han ardido hasta el momento unas 200 sucursales bancarias, así como trenes, tiendas y sedes de partidos políticos.Pero la violencia ha sido especialmente apreciable en el Sindh, que es el principal feudo del Partido Popular de Pakistán (PPP), al que pertenecía Bhutto.A los disturbios causados por los miembros del PPP hay que añadir los nueve muertos registrados en una explosión en el conflictivo valle norteño de Swat, durante un mitin del partido del presidente paquistaní, Pervez Musharraf.El funeral de Bhutto estuvo cargado de emotividad. El féretro con los restos de la opositora fue llevado al distrito de Larkana, en la provincia sureña del Sindh. El ataúd fue cubierto con la bandera negra, verde y roja del PPP. El coche funerario tardó más de dos horas en cubrir los cinco kilómetros que separan su casa familiar en la localidad de Naudero del panteón familiar situado en Ghari Khuda Baksh.El ataúd avanzó entre la vasta multitud que abarrotaba cada esquina. Muchos partidarios lloraron y golpearon sus pechos en muestra de dolor.Horas después, Bhutto fue sepultada junto a su padre, Zulfikar Ali Bhutto, quien a finales de la década de los setenta fue derrocado y ejecutado por el Ejército cuando era Primer Ministro.Mientras los partidarios de Bhutto se despedían de su lideresa, en Islamabad se anunció el informe oficial sobre la muerte de la ex Primera Ministra paquistaní. Un vocero del Gobierno afirmó ayer que la política no murió por heridas de bala o por esquirlas de explosivos, sino al golpearse la cabeza contra su vehículo.
La peor crisis política en la historia del país musulmán
El ataque suicida que se cobró la vida de Benazir Bhutto ha generado la peor crisis de la historia moderna de Pakistán. El país musulmán se encuentra al borde de una agitación social masiva como consecuencia del asesinato. Hasta ahora se contabilizan al menos 23 víctimas mortales por el asesinato de Bhutto. Según varios analistas, el presidente Pervez Musharraf tendrá que convencer a sus opositores de que fracasó en la protección de la ex Primera Ministra. Si no lo logra , varios expertos políticos avizoran que Musharraf deberá poner fin a su mandato de ocho años. “Nos dirigimos a una fase política muy incierta, que puede sumir al país en un estado de anarquía”, aseguró Hasan Askari, ex responsable de Ciencias Políticas en la Universidad Punjab de Lahore.El difícil momento que atraviesa Pakistán ha obligado a los países vecinos a tomar medidas de seguridad. Por ejemplo, la India decidió aumentar el estado de alerta en la frontera con su vecino.Con las elecciones previstas para el 8 de enero, que debían constituir un paso crucial en su camino hacia la democracia, estas tensiones representan el mayor desafío para Pakistán desde la secesión de Bangladesh de su territorio hace más de 35 años.
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Nación de luto por fallecimiento de líder
Homenaje en la arena. El artista indio, Sudarsan Pattnaik, da los toques finales a una escultura de arena de la ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto un día después de su asesinato. La muerte de la líder política opositora generó protestas contra el crimen y muestras de apoyo a su obra y a su legado político. Bhutto vivió años exiliada en Reino Unido hasta que el gobierno de Pervez Musharraf le permitió regresar a su país hace dos meses y presentar su candidatura a la jefatura de Gobierno. Fue la primera mujer musulmana en convertirse en gobernante de una nación de mayoría islámica. (AFP)
"Honrar la memoria de Benazir Bhutto continuando con el proceso democrático por el que ella ofreció valientemente su vida".
LA historia
Pérdida de aliada limita a EEUU
Washington.- Las opciones de EEUU son limitadas tras el asesinato de Benazir Bhutto, ya que contaban con ella para darle nueva legitimidad al presidente Pervez Musharraf, con quien siguen contando en la "guerra contra el terrorismo" en Pakistán.
La administración de George W. Bush, que llamaba a un acuerdo entre Bhutto y Musharraf para darle legitimidad al régimen paquistaní, reiteró su confianza en el Presidente como socio en su "guerra contra el terrorismo" en Pakistán, vecino de Afganistán, dijo AFP.
A pesar de que las relaciones entre Washington e Islamabad se enfriaron tras el estado de emergencia decretado por Musharraf, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, llamó a Amin Fahim, segundo de Bhutto al frente del PPP, para reiterarle su apoyo en las elecciones del 8 de enero.LA cifra
25 años tenía Benazir Bhutto cuando asumió el liderazgo del Partido Popular de Pakistán tras la muerte de su padre en 1979.La Noticia
Violencia desbordada en nación asiática
Karachi, Pakistán.- El atentado que costó la vida de la ex primera ministra y líder de la oposición paquistaní, Benazir Bhutto, y a otras 20 personas provocó una ola de violencia en varios puntos del país que se saldó al menos con la muerte de 33 ciudadanos, según el último balance oficial.
Un total de 24 personas fallecieron en Sind, sur del país, tierra natal de Bhutto, en los enfrentamientos que siguieron a la noticia de su muerte, en un atentado suicida a las afueras de Islamabad, según responsables locales, acotó AFP.
Además, seis personas fueron quemadas vivas cuando una multitud encolerizada prendió fuego a una fábrica en Karachi, capital de la provincia, informó la policía. No se sabe hasta ahora si estas seis víctimas están incluidas en los 33 fallecidos, según fuentes oficiales.
Las fuerzas paramilitares que ayudan a la policía recibieron la orden de disparar contra los artífices de estos disturbios. En total, unos 16.000 hombres fueron desplegados en la región, 10.000 de ellos únicamente en Karachi.
"La situación está bajo control", aseguró el responsable de la policía, Muneer Ahmed Khoro.
Además, el llamamiento a la huelga lanzado por la oposición transformó esta metrópolis de 12 millones de personas, habitualmente ruidosa, en una ciudad casi fantasma en la que la mayoría de habitantes prefirió encerrarse en sus casas.
Otras ocho personas fallecieron al explotar una bomba al noroeste del país, entre ellos un miembro del partido del presidente Musharraf, según la policía.
El artefacto, activado a distancia, explotó cuando este hombre abandonaba un mitin electoral a las afueras de la ciudad de Mingora.
Por otra parte, en la provincia de Punjab, al centro del país, una persona murió en los enfrentamientos.
Numerosos vehículos, edificios oficiales y otros símbolos del gobierno de Musharraf, al que la oposición considera responsable de la muerte de Bhutto, acabaron calcinados. Junto a ellos ardieron bancos, restaurantes y centros comerciales en todo el país de 160 millones de personas.
En Rawalpindi, ciudad vecina de Islamabad, donde falleció Bhutto el jueves pasado, la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que se dirigían hacia la oficina del ex ministro Sheikh Rashid, un aliado de Musharraf.
La situación en otros puntos de Pakistán permanecía relativamente tranquila pero en todas las grandes ciudades se respiraba una gran tensión.
El Gobierno no aceptó las acusaciones de la oposición que lo vinculan directa o indirectamente con la muerte de Bhutto y consideró que la red terrorista Al Qaida está detrás del atentado.
Esta ola de violencia se produce a dos semanas de las elecciones legislativas y provinciales en Pakistán, en las que Bhutto confiaba en derrotar a los adeptos de Musharraf.
Ex rival visitará tumba de Bhutto
El principal líder de la oposición en Pakistán, Nawaz Sharif, visitará este sábado la tumba de su ex rival Benazir Bhutto tras haber señalado que su partido boicoteará las elecciones presidenciales previstas para el 8 de enero.
Bhutto fue asesinada el jueves durante un mítin electoral en un atentado que el gobierno atribuyó a la red extremista al-Qaeda.
Pakistán despide a Bhutto
Sharif señaló que el asesinato de Bhutto significa que no hay seguridad para poder hacer actos de proselitismo y agregó que bajo el presidente Pervez Musharraf no podría haber elecciones libres e imparciales.
Al menos 31 personas han muerto en disturbios desde el asesinato en Rawalpindi.
El corresponsal de la BBC, Owen Bennett-Jones, informó desde la aldea de la familia Bhutto, en Naudero, en el sur de Pakistán, que habida cuenta de la violencia resulta sorprendente que el gobierno siga empañado en seguir el cronograma electoral.
Consenso
Sin embargo las autoridades han señalado que están consultando los partidos políticos y es muy posible que estén tratando de llegar a un consenso para postergar la fecha electoral antes de publicitar el hecho, agregó.
En Peshawar los manifestantes corearon consignas contra Musharraf.Durante su gestión como primer ministro en la década de 1990 Sharif trató de procesar a Bhutto por corrupción, pero Bennett-Jones señaló que ahora está tratando de identificarse con el recuerdo de su muerte.
El gobierno de Pakistán aseguró el viernes tener pruebas de que la red Al Qaeda está detrás de la muerte de Bhutto.
Benazir Bhutto: 1953-2007
Además, Islamabad asegura que Bhutto murió "debido a un golpe en la cabeza" y no "por la acción de las balas".
El portavoz del ministerio del Interior, Javed Iqbal Cheema, expresó que pruebas de inteligencia implican a Baitullah Mehsud -a quien definió como líder de Al Qaeda- en la muerte de Bhutto.
Baitullah Mehsud, quien tiene su base en la región tribal de Waziristán del Sur, es acusado también de tener vínculos con el Talibán afgano.
Lea: La sangre que se cobró la política
Golpe
Javed Iqbal Cheem declaró a los medios de prensa que la onda expansiva de la explosión durante el atentado de la víspera hizo que Bhutto perdiera el equilibrio.
Bhutto fue sepultada al lado de su padre, el también ex primer ministro Zulfikar Ali Bhutto.Como consecuencia, se golpeó en la cabeza con una palanca del techo del vehículo donde se desplazaba.
De acuerdo con el vocero, no había balas o fragmentos de metralla en el cuerpo de Bhutto.
El funcionario aseguró que el gobierno ofreció todas las garantías de seguridad en torno a Bhutto, algo que los seguidores de la dirigente disputan.
Benazir Bhutto fue sepultada en el panteón de su familia, en el sur del país.
Lea: "Dios nos ayude", reaccionan paquistaníes
Decenas de miles de personas asistieron al funeral, en el pueblo de Arcana, en la provincia de Sind.
Muchos de los que acompañan a su viudo, Asaf Ali Zar dari, y a sus hijos en la procesión fúnebre gritaban: "Benazir está viva".
Sepultada junto a su padre
El ataúd de madera estaba envuelto en la bandera roja, verde y negra del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que ella lideraba.
El gobierno dice que no había balas o fragmentos de metralla en el cuerpo de Bhutto.Bhutto fue enterrada al lado de su padre, el también ex primer ministro Zulfikar Ali Bhutto, quien fue derrocado en un golpe militar en 1977 y ahorcado dos años después.
Benazir Bhutto murió a consecuencia de los disparos que recibió durante una concentración política para la campaña electoral, en la ciudad de Rawalpindi.
El corresponsal de la BBC en Karachi, Shoaib Hasan, dijo que su muerte es un duro golpe para el país porque se trataba de la líder política más popular en las tres últimas décadas
Bhutto fue asesinada el jueves durante un mítin electoral en un atentado que el gobierno atribuyó a la red extremista al-Qaeda.
Pakistán despide a Bhutto
Sharif señaló que el asesinato de Bhutto significa que no hay seguridad para poder hacer actos de proselitismo y agregó que bajo el presidente Pervez Musharraf no podría haber elecciones libres e imparciales.
Al menos 31 personas han muerto en disturbios desde el asesinato en Rawalpindi.
El corresponsal de la BBC, Owen Bennett-Jones, informó desde la aldea de la familia Bhutto, en Naudero, en el sur de Pakistán, que habida cuenta de la violencia resulta sorprendente que el gobierno siga empañado en seguir el cronograma electoral.
Consenso
Sin embargo las autoridades han señalado que están consultando los partidos políticos y es muy posible que estén tratando de llegar a un consenso para postergar la fecha electoral antes de publicitar el hecho, agregó.
En Peshawar los manifestantes corearon consignas contra Musharraf.Durante su gestión como primer ministro en la década de 1990 Sharif trató de procesar a Bhutto por corrupción, pero Bennett-Jones señaló que ahora está tratando de identificarse con el recuerdo de su muerte.
El gobierno de Pakistán aseguró el viernes tener pruebas de que la red Al Qaeda está detrás de la muerte de Bhutto.
Benazir Bhutto: 1953-2007
Además, Islamabad asegura que Bhutto murió "debido a un golpe en la cabeza" y no "por la acción de las balas".
El portavoz del ministerio del Interior, Javed Iqbal Cheema, expresó que pruebas de inteligencia implican a Baitullah Mehsud -a quien definió como líder de Al Qaeda- en la muerte de Bhutto.
Baitullah Mehsud, quien tiene su base en la región tribal de Waziristán del Sur, es acusado también de tener vínculos con el Talibán afgano.
Lea: La sangre que se cobró la política
Golpe
Javed Iqbal Cheem declaró a los medios de prensa que la onda expansiva de la explosión durante el atentado de la víspera hizo que Bhutto perdiera el equilibrio.
Bhutto fue sepultada al lado de su padre, el también ex primer ministro Zulfikar Ali Bhutto.Como consecuencia, se golpeó en la cabeza con una palanca del techo del vehículo donde se desplazaba.
De acuerdo con el vocero, no había balas o fragmentos de metralla en el cuerpo de Bhutto.
El funcionario aseguró que el gobierno ofreció todas las garantías de seguridad en torno a Bhutto, algo que los seguidores de la dirigente disputan.
Benazir Bhutto fue sepultada en el panteón de su familia, en el sur del país.
Lea: "Dios nos ayude", reaccionan paquistaníes
Decenas de miles de personas asistieron al funeral, en el pueblo de Arcana, en la provincia de Sind.
Muchos de los que acompañan a su viudo, Asaf Ali Zar dari, y a sus hijos en la procesión fúnebre gritaban: "Benazir está viva".
Sepultada junto a su padre
El ataúd de madera estaba envuelto en la bandera roja, verde y negra del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que ella lideraba.
El gobierno dice que no había balas o fragmentos de metralla en el cuerpo de Bhutto.Bhutto fue enterrada al lado de su padre, el también ex primer ministro Zulfikar Ali Bhutto, quien fue derrocado en un golpe militar en 1977 y ahorcado dos años después.
Benazir Bhutto murió a consecuencia de los disparos que recibió durante una concentración política para la campaña electoral, en la ciudad de Rawalpindi.
El corresponsal de la BBC en Karachi, Shoaib Hasan, dijo que su muerte es un duro golpe para el país porque se trataba de la líder política más popular en las tres últimas décadas
Pakistán dice que Benazir Bhutto murió al golpearse y no alcanzada por metralla
Bhutto perdió el equilibrio por la onda expansiva.
Su partido ha negado la versión del Gobierno paquistaní.
Una multitud la ha despedido en su entierro.
Su partido ha negado la versión del Gobierno paquistaní.
Una multitud la ha despedido en su entierro.
El Gobierno pakistaní ha asegurado que la muerte de Benazir Bhutto se produjo porque esta se golpeó con una palanca, y no por acción de las balas o la metralla del atentado que sufrió.
En una comparecencia ante los medios, el portavoz del ministerio Interior, Javed Iqbal Cheema, dijo que la onda expansiva de la explosión hizo que Bhutto perdiera el equilibrio y se golpeara en la cabeza con una palanca del techo del vehículo desde el que saludaba a sus seguidores.
Tres disparos desde la parte izquierda
El portavoz de Interior precisó que se produjeron tres disparos de bala desde la parte izquierda del vehículo, mientras que Bhutto presentaba una herida en la parte derecha del cráneo.
"La Policía proporcionó la seguridad necesaria hasta que terminó la manifestación", manifestó el portavoz, al subrayar que el coche estaba blindado.
El Gobierno pakistaní ha hecho públicas unas imágenes de televisión (que no tienen audio) en las que se puede ver a Bhutto subida en un coche.
En el revuelo se observa cómo aparece una persona empuñando un arma apuntando a la ex primera ministra e instantes después se produce una explosión.
El Partido Popular de Pakistán (PPP), la formación de Bhutto, se apresuró a negar la versión de Cheema, quien horas antes había mencionado la existencia de una herida causada por un fragmento de metralla.
En una comparecencia ante los medios, el portavoz del ministerio Interior, Javed Iqbal Cheema, dijo que la onda expansiva de la explosión hizo que Bhutto perdiera el equilibrio y se golpeara en la cabeza con una palanca del techo del vehículo desde el que saludaba a sus seguidores.
Tres disparos desde la parte izquierda
El portavoz de Interior precisó que se produjeron tres disparos de bala desde la parte izquierda del vehículo, mientras que Bhutto presentaba una herida en la parte derecha del cráneo.
"La Policía proporcionó la seguridad necesaria hasta que terminó la manifestación", manifestó el portavoz, al subrayar que el coche estaba blindado.
El Gobierno pakistaní ha hecho públicas unas imágenes de televisión (que no tienen audio) en las que se puede ver a Bhutto subida en un coche.
En el revuelo se observa cómo aparece una persona empuñando un arma apuntando a la ex primera ministra e instantes después se produce una explosión.
El Partido Popular de Pakistán (PPP), la formación de Bhutto, se apresuró a negar la versión de Cheema, quien horas antes había mencionado la existencia de una herida causada por un fragmento de metralla.
jueves, 27 de diciembre de 2007
Al Qaeda reivindica el atentado contra Bhutto; el gobierno lo desconoce
El gobierno paquistaní "no está al corriente de una vinculación de Al Qaeda" en el asesinato de la ex primera ministra.
Islamabad. La red terrorista Al Qaida reivindicó el asesinato de la ex primera ministra paquistaní, Benazir Bhutto, aseguró la cadena de televisión privada de Pakistán ARY.
Por otra parte, el gobierno paquistaní "no está al corriente de una vinculación de Al Qaeda" en el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto, ocurrido el jueves, declaró el ministerio de Interior luego de que una televisión paquistaní anunció la reivindicación por parte de la organización terrorista.
Islamabad. La red terrorista Al Qaida reivindicó el asesinato de la ex primera ministra paquistaní, Benazir Bhutto, aseguró la cadena de televisión privada de Pakistán ARY.
Por otra parte, el gobierno paquistaní "no está al corriente de una vinculación de Al Qaeda" en el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto, ocurrido el jueves, declaró el ministerio de Interior luego de que una televisión paquistaní anunció la reivindicación por parte de la organización terrorista.
El atroz asesinato de Benazir Bhutto
Benazir Bhutto, la ex-primera ministra del Pakistán, ha caido abatida en un atroz atentado justo en el momento en que parecía tener allanado el camino para volver al poder en su pais.
Mujer de valor y entereza, abandonó un exilio de ocho años y retornó al pakistán a dar el frente en la batalla por reemplazar al autócrata militar Pervez Musharraf, y con lo primero que la recibieron fue con un horripilante atentado terrorista que causó decenas de muertes.
Sometida a prisión domiciliaria temporalmente, no se amedrentó frente al poder desbordado, frenético y asustadizo que pretende perpetuarse a golpe de sangre, saña, terror y espanto, y sin mas seguridad que la de sus propios partidarios expuso su vida al peligro latente que la perseguía.
Ayer, finalmente, un agente del terror le disparó a matar y luego hizo estallar explosivos que, a su vez, causaron otras muertes, en un acontecimiento que desestabiliza el proceso electoral y enciende la chispa para una confrontación mayor entre el gobierno y los opositores.
No quedan dudas de que esta muerte y los sucesos que la antecedieron para arrinconar y atemorizar a la población a fin de que no concurra a las elecciones congresionales de enero han sido el producto del afán de un hombre por mantenerse en el poder por encima de la voluntad del pueblo y apelando a los recursos mas innobles e inhumanos y a las triquiñuelas mas disímiles para buscar su “legitimación”, a lo interno y externo de Pakistán.
El asesinato de Benazir Bhutto es un factor desencandenante de mayor inestabilidad en una región que de por sí es volatil, no solo porque Pakistán y La India mantienen una tensa disputa territorial, sino porque en la vecina Afghanistán se libra todavía una lucha entre la coalición militar lidereada por Estados Unidos y las células de Al Qaeda, la organización de Osama Bin Laden, mientras que Irán y Siria son denunciadas como naciones protectoras del terrorismo, Irak sigue bajo una sangrienta estela de enfrentamientos y atentados y las ex-repúblicas soviéticas del norte no terminan de encontrar el camino de la estabilidad y la institucionalización.
Es una pena que el mundo siga estremecido por estas brutales e irracionales discordias y por estos sorprendentes atentados contra personas que estaban llamadas a jugar un papel de liderazgo en sus respectivos países.
Mujer de valor y entereza, abandonó un exilio de ocho años y retornó al pakistán a dar el frente en la batalla por reemplazar al autócrata militar Pervez Musharraf, y con lo primero que la recibieron fue con un horripilante atentado terrorista que causó decenas de muertes.
Sometida a prisión domiciliaria temporalmente, no se amedrentó frente al poder desbordado, frenético y asustadizo que pretende perpetuarse a golpe de sangre, saña, terror y espanto, y sin mas seguridad que la de sus propios partidarios expuso su vida al peligro latente que la perseguía.
Ayer, finalmente, un agente del terror le disparó a matar y luego hizo estallar explosivos que, a su vez, causaron otras muertes, en un acontecimiento que desestabiliza el proceso electoral y enciende la chispa para una confrontación mayor entre el gobierno y los opositores.
No quedan dudas de que esta muerte y los sucesos que la antecedieron para arrinconar y atemorizar a la población a fin de que no concurra a las elecciones congresionales de enero han sido el producto del afán de un hombre por mantenerse en el poder por encima de la voluntad del pueblo y apelando a los recursos mas innobles e inhumanos y a las triquiñuelas mas disímiles para buscar su “legitimación”, a lo interno y externo de Pakistán.
El asesinato de Benazir Bhutto es un factor desencandenante de mayor inestabilidad en una región que de por sí es volatil, no solo porque Pakistán y La India mantienen una tensa disputa territorial, sino porque en la vecina Afghanistán se libra todavía una lucha entre la coalición militar lidereada por Estados Unidos y las células de Al Qaeda, la organización de Osama Bin Laden, mientras que Irán y Siria son denunciadas como naciones protectoras del terrorismo, Irak sigue bajo una sangrienta estela de enfrentamientos y atentados y las ex-repúblicas soviéticas del norte no terminan de encontrar el camino de la estabilidad y la institucionalización.
Es una pena que el mundo siga estremecido por estas brutales e irracionales discordias y por estos sorprendentes atentados contra personas que estaban llamadas a jugar un papel de liderazgo en sus respectivos países.
Benazir y los hipócritas
”Si es peligroso ofrecer resistencia a una dictadura militar, más peligroso es no hacerlo”. Esta cita pertenece al artículo “Estado de excepción” escrito por la líder opositora paquistaní, Benazir Bhutto, asesinada a balazos ayer jueves durante un mitin político. En su artículo, Bhutto señalaba que había llegado el momento de que las democracias occidentales demostraran con hechos de qué lado están.
En especial, señalaba a Estados Unidos que proclamaba la necesidad de democratizar a Pakistán mientras suministraba una ayuda que supera los diez mil millones de dólares al general Pervez Musharraf, el dictador que gobierna ese país y a quien Benazir había señalado como principal responsable si le ocurría algo. Bhutto, cuyo padre y hermanos también fueron asesinados por razones políticas, dijo en su último discurso que toda su familia se había sacrifi cado por la democracia en Pakistán. No sabía que estaba a segundos de tocarle su turno.
La suya fue una vida excepcional. Fue la primera mujer gobernante en un país musulmán. Para tener una idea de lo que signifi ca este hecho, basta con leer el testimonio de Mukhtar Mai, una paquistaní que fue violada por decisión del consejo de sabios de su pueblo. Ella cuenta que las mujeres de ese país son educadas para la sumisión absoluta y tienen prohibido dirigirles la palabra a los hombres.
Y fue allí donde Benazir Bhutto se convirtió en líder de miles de musulmanes que, ahora, lloran su muerte a sólo 15 días de los comicios en que pudo ser electa, por tercera ocasión, primer ministro. Este crimen es una tragedia de dimensión mundial que alcanza, incluso, a los países con gobiernos hipócritas, aquellos que, como mucha gente, veían venir la muerte de Benazir y no hicieron nada para evitarla.
En especial, señalaba a Estados Unidos que proclamaba la necesidad de democratizar a Pakistán mientras suministraba una ayuda que supera los diez mil millones de dólares al general Pervez Musharraf, el dictador que gobierna ese país y a quien Benazir había señalado como principal responsable si le ocurría algo. Bhutto, cuyo padre y hermanos también fueron asesinados por razones políticas, dijo en su último discurso que toda su familia se había sacrifi cado por la democracia en Pakistán. No sabía que estaba a segundos de tocarle su turno.
La suya fue una vida excepcional. Fue la primera mujer gobernante en un país musulmán. Para tener una idea de lo que signifi ca este hecho, basta con leer el testimonio de Mukhtar Mai, una paquistaní que fue violada por decisión del consejo de sabios de su pueblo. Ella cuenta que las mujeres de ese país son educadas para la sumisión absoluta y tienen prohibido dirigirles la palabra a los hombres.
Y fue allí donde Benazir Bhutto se convirtió en líder de miles de musulmanes que, ahora, lloran su muerte a sólo 15 días de los comicios en que pudo ser electa, por tercera ocasión, primer ministro. Este crimen es una tragedia de dimensión mundial que alcanza, incluso, a los países con gobiernos hipócritas, aquellos que, como mucha gente, veían venir la muerte de Benazir y no hicieron nada para evitarla.
Benazir Bhutto: “EEUU ha dado a Musharraf ayuda por más de diez mil millones de dólares“
Un artículo que reproduce hoy el sitio web del diario español El Mundo, escrito por la asesinada líder paquistaní Benazir Bhutto, afirma que las democracias occidentales dicen una cosa y hacen otra con relación a la dictadura militar del presidente Pervez Musharraf, que actualmente gobierna en Pakistán.
En su artículo, Bhutto asegura que el gobierno de Estados Unidos había proporcionado más de diez mil millones de dólares en ayuda para Musharraf y aseguraba que estos recursos no habían sido usados para luchar contra el terrorismo.
Una frase premonitoria y estremecedora escrita por la mujer considerada el símbolo de la democracia en Pakistán, dice textualmente “Si peligroso es ofrecer resistencia a una dictadura militar, más peligroso es no hacerlo”.
A continuación la información publicada por elmundo.es.
“El 3 de noviembre de 2007 será recordado como el día más aciago en la Historia de Pakistán. Vamos a decir las cosas con toda claridad: Pakistán es una dictadura militar. El general Pervez Musharraf se cargó el pasado sábado de un plumazo toda pretensión de transición a la democracia al encabezar lo que, a efectos prácticos, no fue sino otro golpe extraconstitucional más.
Al actuar así, puso en peligro la viabilidad de Pakistán como estado independiente. No ha dejado a las fuerzas democráticas del país otra salida que una decisión peligrosa: o se somete de buen grado a la brutalidad de la dictadura o se echa a la calle y muestra al mundo cuál es realmente la actitud del pueblo de Pakistán.
El general Musharraf ha obligado asimismo a los países de Occidente, a preguntarse. ¿Van a respaldar su defensa de la democracia, hasta ahora de palabra, con acciones concretas o se echarán atrás una vez más ante esta baladronada del general? Mientras escribo, se están celebrando manifestaciones callejeras por todo Pakistán. Militantes de partidos de la oposición, abogados, jueces, defensores de los Derechos Humanos y periodistas han sido detenidos por la policía sin acusación concreta alguna. La prensa está sufriendo serias presiones. Se cree que el presidente del Tribunal Supremo y muchos otros magistrados se encuentran en situación de arresto domiciliario.
Estados Unidos, Gran Bretaña y la mayor parte de Occidente han dicho siempre lo que hay que decir acerca de la democracia en Pakistán y en todo el mundo en general.
Recuerdo las palabras del presidente Bush en el discurso de toma de posesión de su segundo mandato, cuando afirmó: "Todos los que viven bajo la tiranía y la falta de esperanzas que sepan que Estados Unidos no va a hacer oídos sordos a su opresión ni va a justificar a sus opresores. Cuando os levantéis por vuestra libertad, nosotros nos levantaremos con vosotros". Sólo Estados Unidos ha proporcionado al Gobierno de Musharraf ayuda por valor de más de 10.000 millones de dólares, unos 7.000 millones de euros, desde el año 2001.
No conocemos con exactitud en qué o cómo se ha gastado ese dinero, pero está claro que no ha servido para derrotar a los talibán ni a Al Qaeda, y tampoco ha servido para que se capture a Osama bin Laden o para que se acabe con el comercio de opio. Desde luego, tampoco ha conseguido mejorar la calidad de vida de los niños y las familias de Pakistán.
Si bien el mundo debe cumplir la parte que le corresponde para hacer frente a la tiranía, la responsabilidad fundamental sigue estando en manos del pueblo de Pakistán. Incumbe a los paquistaníes dejar claro al general Musharraf que la ley marcial no va a seguir vigente. En su inmensa mayoría, los paquistaníes son moderados; tengo la esperanza de que se unirán en una coalición moderada para marginar tanto a los dictadores como a los extremistas, para devolver la presidencia al control de los ciudadanos y para clausurar las madrasas.
Si peligroso es ofrecer resistencia a una dictadura militar, más peligroso es no hacerlo. Ha llegado el momento de que las democracias occidentales nos demuestren con hechos, y no sólo con palabras, de qué lado están.”
En su artículo, Bhutto asegura que el gobierno de Estados Unidos había proporcionado más de diez mil millones de dólares en ayuda para Musharraf y aseguraba que estos recursos no habían sido usados para luchar contra el terrorismo.
Una frase premonitoria y estremecedora escrita por la mujer considerada el símbolo de la democracia en Pakistán, dice textualmente “Si peligroso es ofrecer resistencia a una dictadura militar, más peligroso es no hacerlo”.
A continuación la información publicada por elmundo.es.
“El 3 de noviembre de 2007 será recordado como el día más aciago en la Historia de Pakistán. Vamos a decir las cosas con toda claridad: Pakistán es una dictadura militar. El general Pervez Musharraf se cargó el pasado sábado de un plumazo toda pretensión de transición a la democracia al encabezar lo que, a efectos prácticos, no fue sino otro golpe extraconstitucional más.
Al actuar así, puso en peligro la viabilidad de Pakistán como estado independiente. No ha dejado a las fuerzas democráticas del país otra salida que una decisión peligrosa: o se somete de buen grado a la brutalidad de la dictadura o se echa a la calle y muestra al mundo cuál es realmente la actitud del pueblo de Pakistán.
El general Musharraf ha obligado asimismo a los países de Occidente, a preguntarse. ¿Van a respaldar su defensa de la democracia, hasta ahora de palabra, con acciones concretas o se echarán atrás una vez más ante esta baladronada del general? Mientras escribo, se están celebrando manifestaciones callejeras por todo Pakistán. Militantes de partidos de la oposición, abogados, jueces, defensores de los Derechos Humanos y periodistas han sido detenidos por la policía sin acusación concreta alguna. La prensa está sufriendo serias presiones. Se cree que el presidente del Tribunal Supremo y muchos otros magistrados se encuentran en situación de arresto domiciliario.
Estados Unidos, Gran Bretaña y la mayor parte de Occidente han dicho siempre lo que hay que decir acerca de la democracia en Pakistán y en todo el mundo en general.
Recuerdo las palabras del presidente Bush en el discurso de toma de posesión de su segundo mandato, cuando afirmó: "Todos los que viven bajo la tiranía y la falta de esperanzas que sepan que Estados Unidos no va a hacer oídos sordos a su opresión ni va a justificar a sus opresores. Cuando os levantéis por vuestra libertad, nosotros nos levantaremos con vosotros". Sólo Estados Unidos ha proporcionado al Gobierno de Musharraf ayuda por valor de más de 10.000 millones de dólares, unos 7.000 millones de euros, desde el año 2001.
No conocemos con exactitud en qué o cómo se ha gastado ese dinero, pero está claro que no ha servido para derrotar a los talibán ni a Al Qaeda, y tampoco ha servido para que se capture a Osama bin Laden o para que se acabe con el comercio de opio. Desde luego, tampoco ha conseguido mejorar la calidad de vida de los niños y las familias de Pakistán.
Si bien el mundo debe cumplir la parte que le corresponde para hacer frente a la tiranía, la responsabilidad fundamental sigue estando en manos del pueblo de Pakistán. Incumbe a los paquistaníes dejar claro al general Musharraf que la ley marcial no va a seguir vigente. En su inmensa mayoría, los paquistaníes son moderados; tengo la esperanza de que se unirán en una coalición moderada para marginar tanto a los dictadores como a los extremistas, para devolver la presidencia al control de los ciudadanos y para clausurar las madrasas.
Si peligroso es ofrecer resistencia a una dictadura militar, más peligroso es no hacerlo. Ha llegado el momento de que las democracias occidentales nos demuestren con hechos, y no sólo con palabras, de qué lado están.”
Asesinato de Bhutto hunde a Pakistán en caos político
Atacante suicida le disparó antes de estallar explosivos sujetos a su cuerpo
Mueren 16 personas en ataque, otras 10 fallecen en protestas posteriores
Rawalpindi, Pakistán. Reuters y AFP. La líder opositora de Pakistán Benazir Bhutto fue asesinada ayer por un atacante suicida, lo que sumió al país con poderío nuclear en el caos antes de una elección general en la que la dirigente esperaba ganar.
Su muerte desató una oleada de furia en su provincia natal, Sindh, donde tenía un gran apoyo popular. En la capital provincial, Karachi, multitudes iniciaron incendios y dispararon al aire.
Mueren 16 personas en ataque, otras 10 fallecen en protestas posteriores
Rawalpindi, Pakistán. Reuters y AFP. La líder opositora de Pakistán Benazir Bhutto fue asesinada ayer por un atacante suicida, lo que sumió al país con poderío nuclear en el caos antes de una elección general en la que la dirigente esperaba ganar.
Su muerte desató una oleada de furia en su provincia natal, Sindh, donde tenía un gran apoyo popular. En la capital provincial, Karachi, multitudes iniciaron incendios y dispararon al aire.
“Ha muerto como una mártir”, declaró el responsable de su partido, Rehman Malik.
Bhutto, de 54 años, fue asesinada cuando se retiraba de un mitin electoral en la ciudad de Rawalpindi y falleció en el hospital. La Policía dijo que el atacante disparó contra Bhutto en el cuello antes de inmolarse con explosivos.
Los funerales se celebrarán el viernes en Larkana, en el sur, su ciudad natal, dijeron fuentes de su entorno. El avión con los restos de la política partió de Islamabad por la noche.
El presidente pakistaní, Pervez Musharraf, decretó tres días de luto nacional calificando el acto de “inmensa tragedia”.
“Esta crueldad es el trabajo de aquellos terroristas contra quienes estamos luchado (...) Expreso mi determinación, y quiero que la nación se una a ella y coopere, de no descansar hasta que sean eliminados”, declaró Musharraf, rival político de Bhutto.
El Consejo de Seguridad de la ONU convocó una reunión de emergencia tras el “crimen atroz”, en palabras del secretario general, Ban Ki-moon.
En la arena electoral. El atentado se produjo cuando Bhutto se desplazaba desde la tribuna hacia su vehículo, precisó su portavoz, Farhatullah Babar, en declaraciones a la televisión.
Según los testigos, se oyó un disparo antes de la degflagración, y luego el pánico: una multitud tratando de huir entre miembros mutilados, pedazos de carne y charcos de sangre.
El drama ocurrió dos meses después de su regreso a Pakistán y 15 días antes de las elecciones legislativas y provinciales del 8 de enero.
Entre los muertos figuran el kamikaze y unos 16 de los asistentes al acto, mientras que otras 56 personas resultaron heridas.
Presión a Musharraf. El exprimer ministro y dirigente opositor pakistaní Nawaz Sharif exigió la dimisión inmediata de Musharraf para “salvar a Pakistán”, llamó a una huelga en todo el país y anunció que su partido boicoteará los comicios.
“Exijo que Musharraf abandone el poder antes de 24 horas para salvar a Pakistán”, declaró en rueda de prensa antes de culpar al jefe de Estado pakistaní de ser la causa “de todos los problemas del país”.
La rabia tras el atentado no se hizo esperar. Al menos 10 personas murieron y decenas resultaron heridas en varias ciudades de Pakistán en disturbios.
Benazir Bhutto había escapado a un primer atentado suicida el 18 de octubre en Karachi, horas después de su regreso al país tras seis años de exilio, y que costó la vida a 139 personas. No quedó inmediatamente claro si Musharraf iba a decidir posponer la elección y reinstaurar el estado de excepción que había levantado el 15 de diciembre, luego de seis semanas de vigencia.
“Es justo asumir ahora que las elecciones no pueden seguir adelante”, dijo Farzana Shaikh, experta en Pakistán y miembro asociada de Chatham House, en Londres.
Una dinastía marcada por la tragedia
Su padre y dos hermanos fueron asesinados y ayer le tocó el turno a ella, la exprimera ministra pakistaní Benazir Bhutto, última representante de una saga de destino trágico que murió en un atentado suicida mientras celebraba un mitin en Rawalpindi.
Zulfikar Alí Bhutto, primer ministro de Pakistán a principio de los años 70, su esposa Nusrat y sus hijos estaban considerados una familia perfecta. Fundador del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), Alí Bhutto era conocido por su magnetismo y Nusrat por su belleza.
Una parte del ejército siempre vio con malos ojos a la familia Bhutto, porque Zulfiqar privilegiaba el poder civil en un país gobernado durante más de treinta años por generales golpistas.
Así, fue derrocado en 1977 por el general Zia ul-Haq y ejecutado dos años más tarde.
Uno de los hermanos de Benazir murió envenenado en Francia en 1985, y otro fue asesinado de un disparo en 1996 en Karachi (sur), según ella, por grupos vinculados a los servicios de inteligencia pakistaníes.
La muchacha de la familia, Benazir, nacida en Karachi el 21 de junio de 1953 y educada en las universidades de Oxford y Harvard, fue la primera mujer en convertirse en primer ministro de un país musulmán al dirigir la República Islámica de Pakistán de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996.
Bhutto, de 54 años, fue asesinada cuando se retiraba de un mitin electoral en la ciudad de Rawalpindi y falleció en el hospital. La Policía dijo que el atacante disparó contra Bhutto en el cuello antes de inmolarse con explosivos.
Los funerales se celebrarán el viernes en Larkana, en el sur, su ciudad natal, dijeron fuentes de su entorno. El avión con los restos de la política partió de Islamabad por la noche.
El presidente pakistaní, Pervez Musharraf, decretó tres días de luto nacional calificando el acto de “inmensa tragedia”.
“Esta crueldad es el trabajo de aquellos terroristas contra quienes estamos luchado (...) Expreso mi determinación, y quiero que la nación se una a ella y coopere, de no descansar hasta que sean eliminados”, declaró Musharraf, rival político de Bhutto.
El Consejo de Seguridad de la ONU convocó una reunión de emergencia tras el “crimen atroz”, en palabras del secretario general, Ban Ki-moon.
En la arena electoral. El atentado se produjo cuando Bhutto se desplazaba desde la tribuna hacia su vehículo, precisó su portavoz, Farhatullah Babar, en declaraciones a la televisión.
Según los testigos, se oyó un disparo antes de la degflagración, y luego el pánico: una multitud tratando de huir entre miembros mutilados, pedazos de carne y charcos de sangre.
El drama ocurrió dos meses después de su regreso a Pakistán y 15 días antes de las elecciones legislativas y provinciales del 8 de enero.
Entre los muertos figuran el kamikaze y unos 16 de los asistentes al acto, mientras que otras 56 personas resultaron heridas.
Presión a Musharraf. El exprimer ministro y dirigente opositor pakistaní Nawaz Sharif exigió la dimisión inmediata de Musharraf para “salvar a Pakistán”, llamó a una huelga en todo el país y anunció que su partido boicoteará los comicios.
“Exijo que Musharraf abandone el poder antes de 24 horas para salvar a Pakistán”, declaró en rueda de prensa antes de culpar al jefe de Estado pakistaní de ser la causa “de todos los problemas del país”.
La rabia tras el atentado no se hizo esperar. Al menos 10 personas murieron y decenas resultaron heridas en varias ciudades de Pakistán en disturbios.
Benazir Bhutto había escapado a un primer atentado suicida el 18 de octubre en Karachi, horas después de su regreso al país tras seis años de exilio, y que costó la vida a 139 personas. No quedó inmediatamente claro si Musharraf iba a decidir posponer la elección y reinstaurar el estado de excepción que había levantado el 15 de diciembre, luego de seis semanas de vigencia.
“Es justo asumir ahora que las elecciones no pueden seguir adelante”, dijo Farzana Shaikh, experta en Pakistán y miembro asociada de Chatham House, en Londres.
Una dinastía marcada por la tragedia
Su padre y dos hermanos fueron asesinados y ayer le tocó el turno a ella, la exprimera ministra pakistaní Benazir Bhutto, última representante de una saga de destino trágico que murió en un atentado suicida mientras celebraba un mitin en Rawalpindi.
Zulfikar Alí Bhutto, primer ministro de Pakistán a principio de los años 70, su esposa Nusrat y sus hijos estaban considerados una familia perfecta. Fundador del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), Alí Bhutto era conocido por su magnetismo y Nusrat por su belleza.
Una parte del ejército siempre vio con malos ojos a la familia Bhutto, porque Zulfiqar privilegiaba el poder civil en un país gobernado durante más de treinta años por generales golpistas.
Así, fue derrocado en 1977 por el general Zia ul-Haq y ejecutado dos años más tarde.
Uno de los hermanos de Benazir murió envenenado en Francia en 1985, y otro fue asesinado de un disparo en 1996 en Karachi (sur), según ella, por grupos vinculados a los servicios de inteligencia pakistaníes.
La muchacha de la familia, Benazir, nacida en Karachi el 21 de junio de 1953 y educada en las universidades de Oxford y Harvard, fue la primera mujer en convertirse en primer ministro de un país musulmán al dirigir la República Islámica de Pakistán de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996.
Reunión urgente del Gobierno tras el atentado de ayer contra Bhutto
El gabinete del Gobierno paquistaní se reunirá hoy con carácter urgente para discutir la situación en Pakistán tras el asesinato este jueves de la líder opositora Benazir Bhutto, según informa la agencia estatal APP.La reunión ha sido convocada por el primer ministro interino, Mohammedmian Soomro, quien se apresuró este jueves a condenar el atentado, en el que, según datos del diario 'The News' murieron otras 28 personas y unas 100 resultaron heridas.'El Gobierno usará todos los medios para desenterrar esta conspiración contra Pakistán', dijo Soomro en un discurso dirigido al país.El primer ministro pidió a los paquistaníes que mantengan la calma porque la inestabilidad puede dificultar la investigación y beneficiar de hecho a los responsables del ataque.Según la Policía, Bhutto abandonaba en auto tras un discurso el Parque Liaqat de Rawalpindi, una ciudad vecina a Islamabad, cuando fue tiroteada por un atacante, quien acto seguido hizo estallar la carga explosiva que llevaba consigo.Bhutto ingresó en el hospital con dos heridas de bala en la cabeza y cuello, y en estado de muerte cerebral, sin que los doctores pudieran hacer nada por salvarla.Al conocer la noticia de su asesinato, grupos de simpatizantes de la formación de Bhutto, el Partido Popular de Pakistán (PPP), protagonizaron disturbios en varios puntos del país en los que murieron al menos otras 14 personas.El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, calificó el atentado de 'gran tragedia nacional' y decretó tres días de luto por la muerte de la también ex primera ministra, aunque no dijo una palabra sobre un posible aplazamiento de los comicios legislativos.Las elecciones, previstas para el 8 de enero, no contarán ya con la presencia de la Liga Musulmana-N, el partido del ex primer ministro Nawaz Sharif, quien anunció su boicot de los comicios nada más conocer la muerte de Bhutto.
Al Qaeda reivindica el atentado contra Benazir Bhutto
Al menos 14 personas mueren en varios disturbios en Pakistán.
Han incendiado vehículos y gasolineras.
Los restos mortales de Butto ya están en Sukkur (Sur de Pakistán) y hoy serán enterrados en el mausoleo familiar.
El Gobierno convoca una reunión urgente tras el atentado.
El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, califica el atentado de "gran tragedia nacional" y decreta tres días de luto.
Han incendiado vehículos y gasolineras.
Los restos mortales de Butto ya están en Sukkur (Sur de Pakistán) y hoy serán enterrados en el mausoleo familiar.
El Gobierno convoca una reunión urgente tras el atentado.
El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, califica el atentado de "gran tragedia nacional" y decreta tres días de luto.
Al Qaeda ha reivindicado la autoría del atentado que este jueves acabó con la vida de la ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto, según el canal de televisión pakistaní ARY. La reivindicación la ha confirmado un portavoz de la organización terrorista, Mustafa Abu al-Yazid, que, en declaraciones a Asia Times, afirma que "hemos terminado con el más valioso activo americano que votaba para acabar con los mujaidines".
"Esta es nuestra mayor victoria contra aquellos que se han puesto del lado de los infieles contra Al Qaeda y han declarado la guerra contra los mujaidines", asegura Abu al-Yazid. Sin embargo, el gobierno de Pakistán dice "no tener constancia" de la reivindicación de Al Qaeda.
Por otro lado, al menos 14 personas murieron este jueves en disturbios registrados en varios puntos de Pakistán tras el asesinato de Bhutto, según han informado medios paquistaníes.
Diez personas fallecieron en tiroteos en la ciudad sureña de Karachi, donde activistas del Partido Popular de Pakistán (PPP) de Bhutto han incendiado vehículos y gasolineras en varias partes de la ciudad, según una fuente policial citada por las televisiones locales.
Diez personas fallecieron en tiroteos en la ciudad sureña de Karachi
Otras dos personas murieron en la ciudad oriental de Lahore, donde seguidores de Bhutto también incendiaron comercios, autobuses y coches, según un jefe policial de la región. Los activistas del PPP han reaccionado a la muerte de su líder atacando objetivos de la gubernamental Liga Musulmana de Pakistán-Q y quemando gasolineras y vehículos. Además ha decretado 40 días de luto en el país.
Las fuerzas de seguridad han sido puestas bajo estado de alerta. Además, ante esta situación, el gabinete del Gobierno paquistaní se reunirá con carácter urgente para discutir la situación, según informa la agencia estatal APP.
En una comparecencia televisada, el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, calificó el atentado de una "gran tragedia nacional" y decretó tres días de luto por la muerte de la primera mujer que logró ser primera ministra (1988-90 y 1993-1996) en un país musulmán.
El funeral será hoy
Por otro lado, los restos mortales de Bhutto llegaron poco antes de la 01.00 GMT de este viernes a la localidad pakistaní de Sukkur (sur), a donde fueron trasladados en un avión militar.
Benazir Butto, de 54 años, será enterrada en el mausoleo familiar, en el cementerio de Garhi Khuda Dask, cerca de la de su padre, el ex presidente pakistaní Zulfikar Ali Bhutto, que fue ahorcado en 1979, después de ser derrocado por los militares.
"El funeral tendrá lugar hoy, a las 14.00 horas (09.00 GMT)", según ha informado un coordinador de medios de la formación de Bhutto, el Partido Popular de Pakistán (PPP).
Militares paquistaníes se reúnen alrededor de los restos del atacante suicida que produjo una de las dos explosiones. (Olivier Matthys / EFE).
Decenas de ambulancias llegan al lugar de una de las dos explosiones por ataques suicidas en Karachi (Pakistán). (Olivier Matthys / EFE).
Masacre en Pakistán. Coches que formaban parte de la comitiva que daba la bienvenida a Benazir Bhutto, tras la doble explosión
Masacre en Pakistán. Coches que formaban parte de la comitiva que daba la bienvenida a Benazir Bhutto, tras la doble explosión que ha causado la muerte a unas 140 personas en Karachi. El doble atentado se ha producido cuando una multitud de partidarios de la ex primera ministra festejaba su regreso al país tras ocho años en el exilio; Bhutto no ha resultado herida. El presidente paquistaní ha responsabilizado a las milicias islámicas.
Depósito de víctimas. Un empleado limpia una plancha del tanatorio de Karachi, Pakistán, lleno de cuerpos de las víctimas del doble atentado
Depósito de víctimas. Un empleado limpia una plancha del tanatorio de Karachi, Pakistán, lleno de cuerpos de las víctimas del doble atentado perpetrado la noche de este jueves contra una multitud que daba la bienvenida a Benazir Bhutto. Murieron unas 140 personas.
Un coche arde en el lugar del atentado contra la ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto. (Athar Hussain / Reuters).
Bhutto, ex primera ministra y líder del opositor Partido Popular de Pakistán, volvió al país el pasado mes de octubre tras casi nueve años de exilio.
Bhutto, ex primera ministra y líder del opositor Partido Popular de Pakistán, volvió al país el pasado mes de octubre tras casi nueve años de exilio.
El terrible atentado ha causado además de los 25 muertos decenas de heridos y numerosos daños materiales.
El suceso se produjo en la ciudad de Rawalpindi y cuando quedan solo dos semanas para las elecciones generales.
Aún hay confusión sobre cómo se produjo el ataque, ya que mientras la televisión local GEO asegura que alguien disparó contra Bhutto poco después de q
La ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, ha muerto asesinada en un atentado suicida en Pakistán. Junto a ella han muerto al menos 24 person
La ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, ha muerto asesinada en un atentado suicida en Pakistán. Junto a ella han muerto al menos 24 personas más.
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